En la mitología griega, Abas o Abante (en griego Ἄβας, genitivo Ἄβαντος) es el duodécimo rey de Argos, que reinó en aquella ciudad durante veintitrés años.[1] Es hijo de Linceo e Hipermnestra, padre de Acrisio y de Preto y bisabuelo de Perseo.
Contrajo matrimonio con una hija de Mantineo[2] llamada Aglaya o Áglae.[3] Por Abas, Áglae tuvo dos mellizos: Acrisio y Preto. De estos dos hermanos, dicen los autores clásicos que fueron duros enemigos durante toda su vida; y su propia madre contaba que, ya durante el embarazo, los sentía con frecuencia peleándose en su vientre.[4] Quizá con esta apreciación los clásicos quisieron hacernos ver que su lucha era una continuación de la que mantuvieron sus antepasados: su bisabuelo Dánao (padre de las cincuenta danaides) y su bisabuelo Egipto, también padre de cincuenta hijos, aunque estos eran todos varones.
Se dice que el propio Abante había anunciado a Linceo e Hipermestra la muerte de Dánao.[5]
Otro hijo de Abas, en este caso ilegítimo, fue Lirco, de quien tomó su nombre la ciudad de Lircea.[6] A veces se cita también al argonauta Idmón como hijo de Abas.[7] Incluso otro autor nos dice que su hija fue Idómene, sin especificar la consorte.[8][9]
Abante edificó la ciudad de Abas.[10] A sus descendientes se les daba el patronímico abántidas o abántides, entre los que destacaron el citado Acrisio, Perseo, Esténelo y Dánae.[11]
También se decía que había llevado una colonia de argivos a Tesalia, y era el motivo por el que a la llanura Tesalia se le había dado el nombre de Argos Pelásgica.[12] Por otra parte, una fábula de Higino le atribuía la muerte de un tal Megapentes por causa de su padre, Linceo.[13]
Poseía un escudo maravilloso que tenía la virtud de aterrorizar y paralizar al enemigo, el cual había pertenecido a su abuelo Dánao y estaba suspendido en el Hereo de Argos, por lo que los vencedores en los juegos Hereos recibían en premio un escudo hecho según este modelo.[14]
Virgilio, en su Eneida, libro III, aprovecha esta leyenda para lisonjear a César. Supone que Eneas ha suspendido el escudo de Abas en la entrada del templo de Apolo, en Accio,[15] dando a entender que Augusto, su descendiente y devoto de Apolo, había vencido con la protección del dios y de su piadoso antecesor.