Acorde


Intervalos musicales, mostrados sobre el pentagrama con la nota do como tono fundamental.
U = unísono (dos notas iguales)
m2 = de segunda menor
M2 = de segunda mayor (o segunda, simplemente)
m3 = de tercera menor
M3 = de tercera mayor
P4 = de cuarta perfecta o justa (o cuarta, simplemente)
TT = de tritono (de cuarta aumentada o quinta disminuida)
P5 = de quinta perfecta o justa (o quinta, simplemente)
m6 = de sexta menor (quinta aumentada)
M6 = de sexta mayor (o sexta, simplemente)
m7 = de séptima menor (o séptima, simplemente)
M7 = de séptima mayor
P8 = de octava perfecta o justa.
Con la segunda nota en la siguiente octava y manteniendo la tónica se genera el intervalo de novena, que equivale con una octava de diferencia al de segunda mayor, el de undécima, que equivale al de cuarta perfecta, el de decimotercera, que equivale al de sexta mayor, etc.
Progresión armónica de 6 acordes (en inglés). Nótese que en este ejemplo, al estar escrito a cuatro voces, en las notas del pentagrama, el acorde de sol con novena (G9) tiene la quinta omitida y que al acorde de sol con novena y cuarta suspendida (G9sus) se le ha omitido la tercera.

En música y teoría musical, un acorde consiste en un conjunto de tres o más notas diferentes (tocadas al mismo tiempo) y que constituyen una unidad armónica.[1][2]​ En determinados contextos, un acorde también puede ser percibido como tal aunque no suenen todas sus notas.[3]​ Pueden formarse acordes con las notas de un mismo instrumento o con notas de diferentes instrumentos (incluyendo la voz humana) tocados a la vez, incluso con notas de distintas octavas.

Formalmente, un acorde de sistema tonal posee entre tres y siete notas, las cuales pueden pertenecer a la misma o a diferentes octavas. Cada tipo de acorde puede presentar, como tono fundamental, cualquiera de las doce notas musicales (do, re, re, mi, mi, fa, sol, sol, la, la, si, si). Este tono fundamental (también conocido como «nota fundamental», «fundamental», «nota tónica» o «tónica») determina la tonalidad del acorde y constituye la referencia para sus intervalos.

Las combinaciones de dos notas suelen llamarse díadas; las de tres, tríadas; las de cuatro, tetradas; las de cinco, quintíadas; las de seis, sextíadas; y las de siete, septíadas.

A una sucesión de acordes se la denomina progresión armónica. En un motivo o tema las progresiones armónicas determinan en líneas generales el camino que debe seguir la música de acompañamiento y, el que, en bastante medida, suele seguir la melodía principal, que por razones de armonía debe y suele adaptarse en cierto grado al fondo musical. Además, constituyen normalmente un elemento invariable entre diferentes versiones o variaciones, con los mismos o con diferentes instrumentos, de un mismo tema musical. Por ello, es típico «resumir» el acompañamiento de una pieza musical en sus acordes básicos para luego poder interpretarla libremente con dichos acordes como guía, sin perder la esencia de la composición; es decir, sin que esta deje de ser identificable. Esta es la norma en la que se basaba el bajo continuo. En sentido inverso, también es típico componer una pieza para uno o varios instrumentos partiendo de la creación de una progresión de acordes.

Los acordes más complejos, de 5 o más notas, se utilizan con frecuencia, además de en la música artística, en géneros musicales como la canción melódica contemporánea, y, con especial frecuencia, en el flamenco y el jazz.

  1. Joaquín Zamacois: Tratado de armonía (I). 2006. 84-8236-232-1. Pág. 28, ap. 28a.
  2. Diccionario de la Real Academia Española, entrada acorde.
  3. Joaquín Zamacois: Tratado de armonía (I). 2006. 84-8236-232-1. Pág. 43, ap. 63 («Supresiones»).