La Alta Edad Media es el período de la historia de Europa y Oriente Medio que comienza en el siglo V y termina en el siglo X, distinguiéndose así este periodo de los siguientes, conocidos como Plena Edad Media (s. XI-XIII) y Baja Edad Media (s. XIV-XV).
Generalmente se admite que comienza en 476, con la deposición del último emperador romano de Occidente; Rómulo Augústulo, si bien hoy se opta por indicar simplemente al siglo V, en sus últimas décadas. El final de esta época suele ser colocado en el año 1000, pero tal fecha ha dejado de ser significativa para la historiografía y se prefiere el final del siglo IX, con el comienzo de las instituciones feudales, las incursiones vikingas y magiares, la renovación del poder imperial en Oriente con la dinastía macedonia y la decadencia del califato abasí.[1]
Durante la Alta Edad Media el cristianismo se consolidó en Europa y llegó a pueblos situados fuera del ámbito romano (eslavos, magiares, germanos) a la vez que se consolida el poder de los musulmanes en Medio Oriente y el norte de África. En lo político, está marcada por la existencia de dos grandes imperios; el romano de Oriente y el Califato, junto con la aparición en Occidente de los reinos romano-bárbaros y la aparición del efímero Imperio carolingio. En lo cultural, el imperio de Oriente desarrolla una cultura cristiana de lengua griega, preserva gran parte del saber de la Antigüedad, pero desarrollado de manera propia, el Levante, Egipto, el norte de África y la península ibérica se integran en la naciente cultura árabe islámica y en Occidente los monasterios cumplen el rol de transmitir los restos de la cultura latina, mientras se desarrollan las lenguas romances.