La arquitectura futurista se caracterizó en sus inicios por el antihistoricismo y largas líneas horizontales que sugerían velocidad, movimiento y urgencia. Entre los temas predilectos de los futuristas se contaban la tecnología e incluso la violencia. El movimiento futurista fue fundado por el poeta Filippo Tommaso Marinetti, que firmó el Manifiesto del futurismo en 1909. El movimiento atrajo a poetas, músicos y artistas (como Umberto Boccioni, Giacomo Balla, Fortunato Depero y Enrico Prampolini) y también a arquitectos, entre los que se encontraba Antonio Sant'Elia, que, aunque construyó poco, tradujo la visión futurista al entorno urbano.[1]