Cabeza de moro es el nombre de un elemento iconográfico distintivo de origen medieval e incorporado al código heráldico donde se corresponde con la representación de una cabeza humana, de perfil, generalmente coloreada de color negro (sable), pero también de otros colores, y que puede estar adornada con una cinta, turbante o diferentes accesorios.[1][2] La cabeza de moro, a pesar de la referencia de su nombre, es representada generalmente con los rasgos de una persona de etnia subsahariana, siendo también conocida como cabeza de negro[3] (caput Aethiopum en latín) aunque esta denominación se emplea también para una representación específica.[4]
La cabeza de moro fue difundida como icono heráldico en los emblemas de familias de la nobleza feudal occidental a partir del siglo XIII, en el contexto de confrontación violenta entre entidades cristianas y musulmanas por el control de Oriente Medio y de la península ibérica, adoptando un diseño visual correspondiente con los estereotipos étnicos y sociales de entonces y, en algunos casos, con las necesidades por parte de la propaganda político-religiosa de «satanización» del enemigo y muestra de su derrota.
En época contemporánea, la cabeza de moro prevalece como elemento incorporado a los símbolos representativos de diversos territorios, instituciones, organizaciones y personalidades de relevancia pública, en atención a su carácter tradicional o histórico, pero para las cuales, su atribución simbólica ha sido desligada de sus cargas originales, consideradas anacrónicas por su carácter violento o discriminatorio. Esta evolución hacia interpretaciones de mayor universalidad, impulsada por fenómenos complejos como el de la inmigración, no ha impedido el debate y controversia sobre la conveniencia de modificar o sustituir símbolos donde aparecen cabezas de moro, como en los casos del escudo de Aragón en 2004, el del emblema del papa Benedicto XVI en 2005, o el de la villa portuguesa de Évora en 2001.