El capitalismo es un sistema económico y social que se basa en los principios de la propiedad privada de los medios de producción,[1][2] mediante el capital como herramienta de producción central (por sus características como factor de producción inerte). Se encuentra mayormente constituido por las relaciones empresariales vinculadas a las actividades de inversión y obtención de beneficios, así como de relaciones laborales, tanto autónomas como asalariadas subordinadas .[3]
En el capitalismo, los individuos y las empresas habitualmente representadas por los mismos, llevan a cabo la producción de bienes y servicios de forma privada e interdependiente, dependiendo así de un mercado de consumo para la obtención de recursos.[4] El intercambio de los mismos se realiza básicamente mediante comercio libre y, por tanto, la división del trabajo se desarrolla de forma mercantil y los agentes económicos dependen de la búsqueda de beneficio.[5] La distribución se organiza, y las unidades de producción se fusionan o separan, de acuerdo a una dinámica basada en un sistema de precios para los bienes y servicios.[6] A su vez, los precios se forman mayoritariamente en un mercado que depende de la interacción entre una oferta y una demanda dadas por la opción elegida de productores y consumidores,[7] y estos, son necesarios para la coordinación ex-post de una economía basada en el intercambio de mercancías.[8] De acuerdo con el concepto de la "mano invisible" de Adam Smith, la interdependencia existente entre oferta y demanda incentiva a que los productores produzcan solo lo que es necesario para la sociedad debido a la información que obtienen de millones de transacciones individuales. De esta manera, el sistema productivo se autorregula de una manera más eficiente de lo que podría regularse de una manera centralizada.[9]
El origen etimológico de la palabra capitalismo proviene de la idea de capital y su uso para la propiedad privada de los medios de producción,[10][11] sin embargo, se relaciona mayormente al capitalismo como concepto con el intercambio dentro de una economía de mercado que es su condición necesaria,[12][13] y a la propiedad privada absoluta[14] o burguesa[15][16] que es su corolario previo.[17][18] El origen de la palabra puede remontarse antes de 1848 pero no es hasta 1860 que llega a ser una corriente como tal y reconocida como término, según las fuentes escritas de la época.[19]
Se denomina sociedad capitalista a toda aquella sociedad política y jurídica originada basada en el respeto a la propiedad privada, los datos de trabajo a domicilio, la organización racional del trabajo, el dinero y la utilidad de los recursos de producción, caracteres propios de aquel sistema económico. Max Weber afirma que el protestantismo contribuyó en conjunto con otros factores al desarrollo del capitalismo, describiendo en su obra que, "los valores del calvinismo, como la predestinación y la ética del trabajo, fueron fundamentales en la formación del espíritu capitalista. La doctrina de la predestinación generó una búsqueda constante de señales de elección divina, y la acumulación de riqueza se consideraba un posible signo de ello. La ética del trabajo, basada en el «llamado» o vocación, promovía el trabajo duro y la excelencia profesional como deber religioso, contribuyendo así al desarrollo del capitalismo al fomentar la acumulación de capital y la inversión en el crecimiento económico".[20][21] En el orden capitalista, la sociedad está formada por clases socioeconómicas en vez de estamentos como son propios del feudalismo y otros órdenes premodernos.[22] Se distingue de aquel y de otras formas sociales por la posibilidad de movilidad social de los individuos, por una estratificación social de tipo económica,[23] y por una distribución de la renta que depende casi enteramente de la funcionalidad de las diferentes posiciones sociales adquiridas en la estructura de producción.[24]
El nombre de sociedad capitalista se adopta habitualmente debido a que el capital como relación de producción se convierte dentro de esta en un elemento económicamente predominante.[25] La discrepancia sobre las razones de este predominio divide a las ideologías políticas modernas: el enfoque liberal smithiano se centra en la utilidad que el capital como relación social provee para la producción en una sociedad comercial con una amplia división del trabajo, entendida como causa y consecuencia de la mejora de la oferta de consumo y los mayores ingresos por vía del salario respecto del trabajo autónomo,[26] mientras que el enfoque socialista marxista considera que el capital como relación social es precedido (y luego retroalimentado) por una institucionalizada imposibilidad social de sobrevivir sin relacionarse con los propietarios de un mayor capital físico mediante el intercambio de trabajo asalariado.[27]
La clase social conformada por los creadores y/o propietarios que proveen de capital a la organización económica a cambio de un interés[28] se la describe como "capitalista", a diferencia de las funciones empresariales cuyo éxito se traduce en forma de ganancia[29] y de las gerenciales ejecutadas a cambio de un salario.[30] Vulgarmente se describe desde el siglo XVIII como "burguesía" tanto a este conjunto social como al de los empleadores de trabajo de una moderna sociedad industrial, pero la burguesía se origina en las ciudades de la sociedad rural medieval y está constituida por propietarios autoempleados cuya naturaleza da origen al capitalismo moderno.[31]