La Celtiberia ha sido un territorio cambiante, a lo largo del período descrito por los autores grecolatinos,[2] que abarca las guerras de conquista y el posterior proceso de romanización. Para intentar abordar su delimitación geográfica, tendremos que tener una visión conjunta de la Céltica hispana, mucho más amplia que la Celtiberia.
Durante la Edad del Hierro, la península ibérica indoeuropea quedó unificada por el desarrollo de las habilidades metalúrgicas, la lengua y un régimen de subsistencia más o menos pastoril, aunque dividida en varios grupos culturales, con culturas materiales independientes y cronologías diferentes. La céltica peninsular es, por tanto, un rompecabezas que comprende comunidades distintas.
Por lo tanto se trata sobre todo de delimitar un ámbito geográfico, pero sobre todo etnocultural, que la diferencian de otros pueblos con el mismo patrón cultural y lingüístico.