Una centrifugadora es una máquina que pone en rotación una muestra para –por fuerza centrífuga– acelerar la decantación o la sedimentación de sus componentes o fases (generalmente una sólida y una líquida), según su densidad. Existen diversos tipos, comúnmente para objetivos específicos. Funciona haciendo que las sustancias y partículas más densas se muevan hacia afuera en dirección radial. Al mismo tiempo, los objetos que son menos densos se desplazan y se mueven hacia el centro. En una centrífuga de laboratorio que utiliza tubos de muestra, la aceleración radial hace que las partículas más densas se asienten en el fondo del tubo, mientras que las sustancias de baja densidad ascienden hasta la parte superior.[1] Una centrifugadora puede ser un filtro muy efectivo que separa los contaminantes del cuerpo principal del fluido.
Las centrífugadoras a escala industrial se utilizan comúnmente en la fabricación y el procesamiento de desechos para sedimentar sólidos en suspensión o para separar líquidos inmiscibles. Un ejemplo es el separador de crema que se encuentra en los lácteos. Las centrífugadoras de muy alta velocidad y las ultracentrífugadoras capaces de proporcionar aceleraciones muy altas pueden separar partículas finas hasta nanoescala y moléculas de diferentes masas. Las centrífugadoras grandes se utilizan para simular entornos de alta gravedad o aceleración (por ejemplo, entrenamiento de alta G para pilotos de prueba). Las centrífugadoras de tamaño mediano se utilizan en lavadoras y en algunas piscinas para extraer el agua de las telas. Las centrifugadoras de gas se utilizan para la separación de isótopos, como para enriquecer el combustible nuclear en isótopos fisionables.