Ciberactivismo

El ciberactivismo, activismo virtual o activismo en línea es un fenómeno propio de la cibercultura y está referido a la forma de acción política y participación social, a través de la cual las personas hacen uso de la tecnología y la Internet para "organizar actividades, discutir, compartir información, participar y expresar su descontento sobre temas con los que se identifican". El activismo, de acuerdo a Denning (2000, p. 15) es “… el uso del internet para el apoyo de un evento o causa”. Esto incluye acciones cibernéticas cómo el de “Surfear” la red por información, publicar materiales en un sitio web, transmitir publicaciones y cartas por correo electrónico y usar el Internet para discutir problemas, crear coaliciones y coordinar actividades. El ciberactivismo involucra, además, un conjunto de técnicas y tecnologías de la comunicación, basadas fundamentalmente en Internet y en la telefonía móvil. Los medios sociales (especialmente Twitter y Facebook), YouTube, correo electrónico y pódcast sirven para diversas formas de activismo, de manera que posibilitan comunicaciones más rápidas en los movimientos ciudadanos y difunden información local a una gran audiencia. Las tecnologías de internet se utilizan para recaudación de fondos, construcción de comunidad, hacer lobby y organizarse.

Sin lugar a dudas el proceso de expansión y proliferación de los medios virtuales ha significado un avance gigantesco en términos de la comunicación, además de la participación activa y casi sin restricciones de cualquier persona que tenga acceso a las tecnologías informáticas.

El papel mediador entre grupos sociales que a su vez ejerce el espacio virtual, ha reducido las brechas que separaban una población de otra, y ha socavado, también, las restricciones que por mucho tiempo impedían el acceso a la información e incluso al conocimiento. Es por esto que Internet se ha convertido en un escenario de activismo socio-virtual, donde diversos movimientos ideológicos han tomado fuerza y legitimidad al unir usuarios que comparten una misma causa. El ciberactivismo se convierte, entonces, en una acción política que promueve la participación ciudadana y, por supuesto, una forma de relación interpersonal entre quienes interactúan en la web al estar unidos por una misma red social (como los grupos y páginas de Facebook) u otro espacio virtual.

Es común que se asocie el ciberactivismo a la acción colectiva o desobediencia civil, sea en el espacio virtual o bien sea en el plano real. Organizaciones como Change.org, Oxfam Intermón, Amnistía Internacional, Greenpeace, la Electronic Frontier Foundation norteamericana o el EZLN mexicano, han utilizado técnicas de ciberactivismo. En el espacio ex-soviético, cierto grado de ciberactivismo ha tenido un papel determinante en los procesos conocidos como Revoluciones de colores.

Puede también tomar una forma espontánea, en la que la tecnología y las relaciones en red eliminan la división entre movilizadores y movilizados. Este es el caso de las movilizaciones espontáneas de protesta tras los atentados del 11M en España en 2004, el movimiento EDSA II en Filipinas en el año 2001, en las revueltas estudiantiles contra el CPE en Francia de 2005 o las manifestaciones por una vivienda digna en España en 2006.

Por otro lado, sería posible un ciberactivismo como una nueva forma de participación para los estudiantes universitarios. Son jóvenes entusiastas con la labor que realizan por medio de las plataformas digitales por estar concentrados en temas de su interés personal y considerados como los nuevos temas. La manera que tienen de organizarse es de tipo horizontal, es decir que confía en sus pares para organizarse y difundir información, pero no tienen una jerarquización vertical con líderes que decidan por ellos, sino que toman decisiones de manera colectiva y buscando que la voz de cada uno sea escuchada. En conclusión, estos estudiantes creen que se pueden lograr cambios interactuando a través de las redes sociales. (https://doi.org/10.3916/C46-2016-05)