En política, una colonia puede ser, o un asentamiento o forma de poblamiento (dado hasta el siglo XIX), o bien un territorio sujeto a la administración y gobierno de un país remoto, llamada metrópolis (siglo XIX). En una situación colonial, los nativos del territorio colonizado carecen de autonomía —aunque pueden estar políticamente representados en cuerpos gubernamentales— y están sujetos a la soberanía del gobierno metropolitano.[1]
Gran parte de África, América y distintas partes de Asia fueron colonias de las potencias europeas durante siglos, hasta que las guerras de independencia del siglo XIX y el proceso de descolonización auspiciado por las Naciones Unidas inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial permitieron a los territorios ganar su independencia.[1] Aunque la denominación de posesiones de ultramar contiene a un buen número de entidades sujetas a un estatus jurídico similar.
El término colonia tiene su origen en la colonia antigua romana, un tipo de asentamiento romano. Derivado de colon-us (agricultor, cultivador, plantador o colono), conlleva el sentido de 'granja' y 'finca'.[2]. Además, el término se utilizaba para referirse a la antigua apoikia griega (en griego antiguo: ἀποικία, lit. 'casa lejos de casa'), que eran asentamientos en ultramar de antiguas ciudades-estado griegas. La ciudad que fundaba un asentamiento de este tipo se conocía como metrópolis ("ciudad-madre"). Desde principios de la era moderna, historiadores, administradores y politólogos han utilizado el término "colonia" para referirse principalmente a los diferentes territorios de ultramar de los estados europeos en particular entre los siglos XV y XX CE, con colonialismo y descolonización como fenómenos correspondientes.
Aunque las colonias a menudo se desarrollaron a partir de puestos comerciales o reclamaciones territoriales, tales áreas no necesitan ser un producto de la colonización, ni convertirse en territorios organizados colonialmente. Además, los territorios no necesitan haber sido conquistados militarmente y ocupados para caer bajo el dominio colonial y ser considerados colonias de facto, sino que la explotación neocolonial de la dependencia o el uso imperialista del poder para intervenir para forzar la política puede hacer que un territorio sea considerado una colonia, lo que amplía el concepto, incluyendo gobierno indirecto o estado títere, en contraste con tipos más independientes de estados clientes como estado vasallo. Posteriormente, algunos historiadores han utilizado el término colonia informal para referirse a un país bajo el control de facto de otro Estado. Aunque la ampliación del concepto suele ser polémica.
Los países europeos que tuvieron más colonias a lo largo de la historia fueron: Reino Unido (130), Francia (90), Portugal (52), España (44), Países Bajos (29), Alemania (20), Rusia (17), Dinamarca (9), Suecia (8), Italia (7), Noruega (6) y Bélgica (3).[3]
En la actualidad, colonia es generalmente distinguida de una posesión de ultramar: