En sociología y psicología social, la confianza es la creencia en que una persona o grupo será capaz y deseará actuar de manera adecuada en una determinada situación y pensamientos. La confianza se verá más o menos reforzada en función de las acciones y de valores.
La confianza es una hipótesis sobre la conducta futura del otro. Es una actitud que concierne el futuro, en la medida en que este futuro depende de la acción de un otro. Es una especie de apuesta que consiste en no inquietarse del no control del otro y del tiempo.Laurence Cornu, La confianza en las relaciones pedagógicas
La confianza existe en las relaciones interpersonales. Los seres humanos tienen una disposición natural a confiar y a juzgar la fiabilidad de otros individuos o grupos de seres humanos y cosas -en el desarrollo de relaciones con potenciales mentores dignos de confianza, por ejemplo, tal vez como parte del trabajo interprofesional en la vía de derivación de un servicio de urgencias a una sala de hospitalización,[1]o como parte del proceso y el trabajo de construcción de conocimiento sobre si las nuevas prácticas, personas y cosas introducidas en nuestras vidas son realmente responsables o dignas de invertir en confianza y seguridad (como se capta en el constructo empíricamente fundamentado de 'Integración relacional' dentro de la Teoría del proceso de normalización[2][3]). Esto se puede rastrear en términos de neurociencia a la estructura y actividad neurobiológica de un cerebro humano. Algunos estudios indican que la confianza puede alterarse, por ejemplo, mediante la aplicación de oxitocina.[4][5]
De acuerdo a la mayoría de las teorías que la abordan, se trata de una suspensión temporal de la situación básica de incertidumbre acerca de las acciones de los semejantes; gracias a ella, es posible suponer un cierto grado de regularidad y predictibilidad en las acciones sociales, simplificando el funcionamiento de la sociedad.
Esta explicación, típicamente funcionalista, corresponde a la orientación teórica de la mayoría de los autores que han abordado el tema; en la teoría estructural-funcionalista, la confianza se considera por lo general la base de todas las instituciones, y funciona como correlato y contraste del poder, consistente en la capacidad de influir en la acción ajena para forzarla a ajustarse a las propias expectativas.
El término se aplica a estadísticas (valores de confianza o índice de confianza) y también a medición y calibración de máquinas destinadas a medir una magnitud (grado de confianza de la medición).
El término aplicado a una organización o una empresa se refleja a base de varios factores como la calidad con la que realiza sus productos y por tanto de las evaluaciones de calidad, de códigos éticos y de su cultura o clima laboral, pero por encima de todo ello se refleja mediante el ethos de la empresa (hábitos de su corazón), lo que define su carácter y los rasgos que la distinguen de cual otra.