Contrainsurgencia

Policías interrogan a un civil durante la emergencia malaya. La contrainsurgencia implica acción de autoridades tanto policiales como militares.
Marines estadounidenses patrullando durante una operación contrainsurgencia en Marjah, Afganistán, en febrero de 2010.

La contrainsurgencia es un conjunto de técnicas y prácticas aplicadas por los Estados con el objetivo de detectar y destruir a los miembros y bases de apoyo de los grupos insurgentes. Dichas medidas son de dos tipos: por un lado, operaciones militares, policiales y de inteligencia, destinadas a degradar la capacidad de acción de la insurgencia y eliminarla si es posible, y, por otro, acciones de apoyo a la población combinadas con otras de propaganda y guerra psicológica, encaminadas a influir en el ánimo de la población civil y debilitar o incluso anular el apoyo que esta presta a la insurgencia, que de esta manera quedaría privada del medio fundamental en el que vive y desarrolla su actividad («ganar corazones y mentes», según la expresión utilizada por primera vez por el general francés Louis Hubert Lyautey durante su campaña contra la insurgencia de las llamadas Banderas Negras en la frontera entre China e Indochina en 1895 y que fue empleada posteriormente por los británicos durante la Emergencia Malaya y por los estadounidenses durante la guerra de Vietnam). En numerosos casos, los estados han combinado técnicas de contrainsurgencia con prácticas de «guerra sucia», actividades ilegales y contrarias a los derechos humanos, tales como ejecuciones extrajudiciales, secuestros y torturas, que podrían constituir crímenes de guerra y crímenes contra la Humanidad.