La cornucopia (del latín cornu, ‘cuerno’ y copĭa, ‘abundancia’), también conocida como cuerno de la abundancia (en latín cornu copĭae), es un símbolo de prosperidad y afluencia que data del siglo V a. C.
En la mitología griega, la cabra Amaltea crio con su leche a Zeus. De niño, mientras jugaba con uno de sus rayos, Zeus rompió sin querer uno de los cuernos de la cabra. Para compensar a Amaltea, al cuerno roto le confirió poder para que, a quien lo poseyera, se le concediese todo lo que deseara. De ahí surgió la leyenda de la cornucopia. No obstante, hay una variante de este posible origen de la cornucopia, ya que en el mito de Heracles se cuenta cómo este luchó contra el dios-río Aqueloo por la mano de Deyanira. Además de vencerlo, rompió uno de sus cuernos, pues el dios-río tenía la capacidad de la metamorfosis y se había convertido en toro. Aqueloo se rindió pero le pidió a Heracles que le devolviese su cuerno y a cambio le daría uno de la cabra Amaltea, del cual no dejaban de brotar flores y frutos.[1] Otras versiones del mito explican que Heracles se quedó con el cuerno del dios-río y que posteriormente las náyades lo recogieron y lo llenaron con todo tipo de vegetales y flores.[2] Las representaciones originales eran del cuerno de la cabra lleno de frutas y flores. A varias deidades, especialmente a Fortuna, se les representaba con el cuerno de la abundancia.
Imágenes más modernas, como las usadas en los murales del Día de Acción de Gracias, muestran una cesta de mimbre con forma de cuerno llena de frutas y verduras (véase la imagen adjunta).