Los criterios ESG[1] (por sus siglas en inglés “Environmental, social and corporate governance”) son un enfoque para evaluar hasta qué punto una corporación trabaja en nombre de objetivos sociales que van más allá del papel de una corporación para maximizar las ganancias en nombre de los accixonistas de la corporación. Por lo general, los objetivos sociales defendidos dentro de una perspectiva ESG incluyen trabajar para lograr un determinado repertorio de objetivos ambientales, así como un conjunto de objetivos que tienen que ver con el apoyo a ciertos movimientos sociales, y un tercer conjunto de objetivos que tienen que ver con la incorporación de manera coherente los objetivos de movimiento de diversidad, equidad e inclusión.[2]
Una variedad de organizaciones gubernamentales e instituciones financieras han ideado formas de medir hasta qué punto una corporación específica está alineada con los objetivos ESG. El movimiento mundial más destacado en este sentido es la adopción de 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) por parte de las Naciones Unidas en 2015.[3] El término ESG se utilizó popularmente por primera vez en un informe de 2004 titulado "A quién le importa, gana", que fue una iniciativa conjunta de instituciones financieras por invitación de la ONU.[4]El informe ha sido respaldado por 20 instituciones destacadas.
En menos de 20 años, el movimiento ESG ha pasado de ser una iniciativa de responsabilidad social corporativa lanzada por las Naciones Unidas a un fenómeno mundial que representa más de 30 billones de dólares estadounidenses en activos bajo gestión.[5]Solo en 2019, el capital por un total de US$17.670 millones fluyó hacia los productos vinculados a ESG, hubo un aumento de casi el 525 % con respecto a 2015, según Morningstar.[6] Los críticos afirman que los productos vinculados a ESG no han tenido y es poco probable que tengan el impacto deseado sobre aumentar el costo del capital para las empresas contaminantes,[7]y han acusado al movimiento llamado "Lavado verde".[7]