La cultura cannábica es el conjunto de costumbres, tradiciones o comportamientos sociales asociados al consumo de cannabis, particularmente como un enteógeno, droga recreativa y medicina.[1]
Históricamente, el cannabis se ha utilizado como enteógeno para inducir experiencias espirituales, especialmente en el Subcontinente indio desde el período védico, que se remonta aproximadamente a 1500 a. C., pero quizás ya en el 2000 a. C.[2] Su uso enteogénico también se registró en la antigua China,[3] los pueblos germánicos,[4] los celtas,[5] el mundo islámico, la antigua Asia central[6][7] y África.[8][9] En tiempos modernos, el uso espiritual de la droga se asocia también con el movimiento rastafari originado en Jamaica. Varias subculturas occidentales han tenido el consumo de marihuana como una característica de su idiosincrásica, como los hippies, los beatniks, los hipsters (tanto la subcultura de la década de 1940 como la subcultura contemporánea), los ravers y la cultura hip hop.
Hoy en día, se ha desarrollado alrededor del cannabis «un lenguaje, humor, etiqueta, arte, literatura y música propios».[10] Nick Brownlee opina: «quizá por sus antiguas raíces místicas y espirituales, por los efectos psicoterapéuticos de la droga y porque es ilegal, incluso el acto mismo de fumar un porro tiene un profundo simbolismo». Sin embargo, la cultura del cannabis como «la manifestación de la introspección y la pasividad corporal», que ha generado un estereotipo negativo «más laxo» alrededor de sus consumidores, es un concepto relativamente moderno, ya que el cannabis se ha consumido en diversas formas durante casi 5.000 años.
La contracultura de la década de 1960 ha sido identificada como la era que «resume los años de gloria de la cultura moderna del cannabis», con el Festival de Woodstock como «el pináculo de la revolución hippie en los Estados Unidos y, en opinión de muchas personas, el último ejemplo de cultura del cannabis en el trabajo».[10] La influencia del cannabis ha abarcado desde celebraciones (como el 4/20), el cine (como los géneros de explotación), la música (particularmente el jazz, el reggae, la psicodelia y el rap) y revistas como High Times, Cáñamo o Cannabis Magazine.