Dios Hijo, con mayúscula, es un concepto central para el cristianismo, y designa a la segunda persona de la Santísima Trinidad, cuya relación con las otras dos es objeto de debate teológico desde el cristianismo primitivo (debates cristológicos: arrianismo, adopcionismo, nestorianismo, pelagianismo, gnosticismo, etc.), que se cerró dogmáticamente en el Concilio de Nicea. Como consecuencia de ello, a diferencia de las otras dos personas de la Trinidad, a Dios Hijo se le atribuyen dos naturalezas: una divina y una humana, que se encuentran indisolublemente unidas en la misma persona (véase hipóstasis).