La esclavitud es la posesión de una persona como propiedad, especialmente en lo que respecta a su trabajo. La esclavitud se refiere, en particular, al «estado de una persona sometida a servidumbre forzosa» por otros.[1][2][3] A diferencia de términos similares como cautiverio o servidumbre, el término esclavitud enfatiza la idea de propiedad y control total sobre la vida, libertad y fortuna de una persona por parte de un propietario o amo.[3] Es posible nacer esclavo y, por ejemplo la mayoría de los esclavos del Egipto musulmán del siglo IX eran hijos de esclavas.[4]
La esclavitud se remonta a la Edad Antigua, aunque no de forma equivalente en todas las civilizaciones. Parece que su origen histórico proviene de la práctica de aprovechar como mano de obra a los cautivos en las guerras, como alternativa a otra posibilidad también usual, ejecutarlos. También fue la suerte de algunos pueblos conquistados. Otra vía para llegar a la condición de esclavo era la esclavitud por deudas o apremio individual.[5] Entre los indígenas del norte de América la esclavitud puede datar desde 1500 años a. C.[6] El florecimiento cultural de la Atenas de Pericles o de la Roma clásica estaba fundamentado en una economía basada en la fuerza de trabajo esclava. Aristóteles sostuvo que la esclavitud es un fenómeno natural. En Europa, con la transición del esclavismo al feudalismo, a partir de la crisis del siglo III, la mayor parte de la fuerza de trabajo ya no era esclava, salvo en sitios como Al-Ándalus, donde seguían siendo la principal mano de obra.[7] No obstante, la esclavitud no desapareció, y se mantuvo como una condición social más o menos marginal, durante toda la Edad Media y toda la Edad Moderna, cuando los bereberes del norte de África esclavizaron 1.25 millones de europeos y americanos entre 1500 y 1800,[8][9] y renovándose en Occidente durante la colonización de América. La esclavitud en Asia continuó sin mayores cambios hasta los siglos xix y xx.
La lucha contra la esclavitud costó muchas vidas. El saldo de las tres guerras serviles en Roma (135 al 71 a. C.) es de al menos 170,000 esclavos caídos en batalla o ajusticiados posteriormente; la guerra de Secesión que acabó con la esclavitud en los 11 estados de Estados Unidos donde era legal la misma (de un total de 33 estados en 1861) consumió al menos 580,000 vidas entre los combatientes no afro-desdencientes.[10]
El Día Internacional del Recuerdo de la Trata de Esclavos y de su Abolición se celebra el 23 de agosto; el Día Internacional para la Abolición de la Esclavitud se celebra el 2 de diciembre. En la Iglesia católica, el Día contra la Trata de Personas es el de la patrona de las víctimas de la esclavitud, Santa Bakhita, quien fue esclava en África entre 1877 y 1885.[11]
Los tratados internacionales contemporáneos (Convención sobre la Esclavitud, 1926) recogen la prohibición de la esclavitud, que se considera como un crimen contra la humanidad. No obstante, sigue existiendo arraigada culturalmente en determinados países (India, Sudán, Mauritania) y ha reaparecido en otros bajo ciertas condiciones excepcionales, como es el caso de la mano de obra infantil esclava en el Sudeste asiático o determinados tipos de prostitución en todo el mundo.
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