Una especie pionera es una especie rústica o resistente que es una de las primeras en colonizar ambientes desolados (capas de lava, nuevas islas, etc.) o que eran originalmente biodiversos pero que han sido alterados, por ejemplo por incendios o volcanes.[1] Algunos líquenes crecen sobre rocas carentes de suelo, así muchos son las primeras formas de vida en un lugar; crean un hábitat adecuado para plantas al fragmentar la roca y crear suelo.[2]
Las plantas pioneras tienen adaptaciones para poder aprovechar los suelos pobres, carentes de nutrientes de tierras no colonizadas. Estas incluyen raíces largas, nódulos con bacterias fijadoras de nitrógeno y hojas que aprovechan la transpiración.
Es de notar que generalmente las especies pioneras son especies fotosintéticas, ya que no hay otro recurso de energía fuera de la energía de la luz solar en los primeros estadios de la sucesión ecológica. Además tienden a ser plantas polinizadas por el viento, no por insectos, ya que estos pueden estar ausentes. Suelen ser de reproducción asexual la cual es más favorable a la rápida multiplicación de la especie.
Las especies pioneras son el primer paso de la sucesión ecológica. Las plantas muertas van creando detritos, que van formando nuevo suelo disponible para la sucesión secundaria y nutrientes para peces pequeños y para plantas acuáticas en los lugares acuáticos vecinos.[3]