En geografía, un estuario[1] o estero es la desembocadura, en el mar, de un río amplio y profundo donde se intercambia agua salada (marina) y agua dulce (fluvial), debido a las mareas. La desembocadura del estuario está formada por un solo brazo ancho en forma de embudo ensanchado. Suele tener playas a ambos lados, en las que la retirada de las aguas permite el crecimiento de algunas especies vegetales que soportan aguas salinas. En resumen, es el accidente geográfico que se genera cuando el agua dulce se mezcla con el agua salada.
Los estuarios se originan por la entrada de aguas marinas durante la pleamar, que contienen las aguas del río, mientras que durante la bajamar, todas las aguas comienzan a entrar a gran velocidad en el mar u océano, lo que contribuye a limpiar y profundizar su cauce, dejando a menudo, grandes zonas de marismas a los lados.
Las mareas de mayor amplitud en el mundo tienen lugar en los estuarios del noroeste de Francia y, sobre todo, en la costa oriental del Canadá (bahía de Fundy, unos 16 metros). El río Rance (Francia) tiene un sistema de producción hidroeléctrica que usa la fuerza de las mareas en el estuario de su desembocadura, tanto con la pleamar como en la bajamar. Los ecosistemas de los estuarios suelen caracterizarse por una alta productividad biológica y por su gran biodiversidad.
Los estuarios en la zona ecuatorial son muy escasos, incluso en los océanos, debido a la baja amplitud de las mareas y a la gran cantidad de sedimentos que arrastran los ríos. Es así como las desembocaduras del Níger, el Amazonas, el Orinoco y muchos otros ríos próximos al ecuador terrestre son deltas en vez de estuarios.
Un ejemplo de estuario es el mar de la Paja, la parte final y más ancha del río Tajo, en cuya margen se sitúa la ciudad de Lisboa. El estuario más grande del planeta es el formado, en un caso bastante atípico, por el río Paraná: después de un delta de 320 km de extensión forma un estuario de más de 230 km de ancho, habitualmente considerado desde la conquista europea como un curso independiente, el Río de la Plata, actual frontera entre Argentina y Uruguay.
La mayoría de los estuarios existentes se formaron durante el Holoceno con la inundación de valles erosionados por ríos o glaciares cuando el nivel del mar empezó a subir hace unos 10.000-12.000 años.[2] Los estuarios suelen clasificarse según sus características geomorfológicas o según los patrones de circulación del agua. Pueden recibir muchos nombres diferentes, como bahías, puertos, lagunas o ensenadas , aunque algunas de estas masas de agua no se ajustan estrictamente a la definición anterior de estuario y podrían ser totalmente salinas.
Muchos estuarios sufren degeneración por diversos factores, como la erosión del suelo, la deforestación, el pastoreo excesivo, la sobrepesca y el relleno de humedales. La eutrofización puede deberse a un exceso de nutrientes procedentes de aguas residuales y desechos animales; a contaminantes como metales pesados, bifenilos policlorados, radionúclidos e hidrocarburos procedentes de aguas residuales; y a la construcción de diques o presas para controlar las inundaciones o desviar el agua.[2][3]