El Evangelio de los hebreos (en griego antiguo: εὐαγγέλιον τὸ καθ' Ἑβραίους) o Evangelio según los hebreos fue un evangelio judeocristiano sincrético que sobrevive solo como breves citas de los Padres de la Iglesia (como Ireneo de Lyon, Clemente de Alejandría, Orígenes, Eusebio de Cesarea, Jerónimo, entre otros) que conservan fragmentos del texto original. Los fragmentos contienen tradiciones de la preexistencia de Jesús, su encarnación, su bautismo y su probable tentación, junto con algunos de sus dichos.[2] Las características distintivas incluyen una cristología que se caracteriza por la creencia de que el Espíritu Santo es la madre divina de Jesús y una primera aparición de la resurrección a Santiago el Justo, mostrando un gran respeto por Jacobo como el líder de la iglesia judeocristiana en Jerusalén.[3] Probablemente fue compuesto en griego en las primeras décadas del siglo II, y se cree que habría sido utilizado por los cristianos judíos de habla griega en Egipto durante ese siglo.[4]
Es el único evangelio judeocristiano al cual los Padres de la Iglesia se refieren por su nombre, creyendo que solamente había un Evangelio hebreo, tal vez en diferentes versiones.[5] Pasajes del Evangelio fueron citados o resumidos por tres Padres alejandrinos: Clemente, Orígenes y Dídimo el Ciego; también fue citado por Jerónimo, ya sea directamente o a través de los comentarios de Orígenes.[6][7] El evangelio fue utilizado como un complemento a los evangelios canónicos para proporcionar material de origen a sus comentarios basados en las Escrituras.[8] Eusebio de Cesarea lo incluyó en su lista de los escritos disputados, conocidos como los Antilegomena, señalando que fue utilizado por los «hebreos» dentro de la Iglesia; cayendo en desuso cuando el canon del Nuevo Testamento fue codificado en el final del siglo IV.[9]
Los eruditos modernos clasifican el Evangelio de los hebreos como uno de los tres evangelios judeocristianos, junto con el evangelio de los nazarenos y el evangelio de los ebionitas. Todos se conocen hoy en día solamente a partir de fragmentos que se conservan en citas de los Padres de la Iglesia.[10] La relación entre los evangelios judeocristianas y un hipotético Evangelio hebreo original sigue siendo una especulación.[11]