En la creencia religiosa, el exorcismo (en griego antiguo, ἐξορκισμός; romanización, exorkismos; literalmente ‘obligar mediante juramento, conjurar’)[1][2] es la práctica religiosa o espiritual realizada contra una fuerza maligna, utilizando diversos métodos cuyo fin es expulsar, sacar o apartar a dicho ente de la persona, objeto o área que se encuentra poseída por la entidad maligna (ver, como ejemplo, posesión demoníaca) quien somete y controla al poseído.[3] Estos entes, dependiendo de las creencias de los implicados, pueden ser demonios, espíritus, brujos, etc. El objeto de la posesión puede ser una persona o animal, objetos e incluso lugares como pueblos o casas (poltergeist).
Puesto que la cabeza controla todo el cuerpo, el demonio se instala en el cerebro. En este caso, se habla de posesión total porque gobierna a toda la persona. Si, por el contrario, obra en otra parte del cuerpo, por ejemplo, en el estómago, se habla de posesión parcial.Cipriano de Meo[4]
Los exorcismos pertenecen a la gama de actos apotropaicos que han sido comunes desde la antigüedad. El exorcista suele utilizar fórmulas de exorcismo con encantamientos para entrar en contacto con el supuesto demonio y finalmente persuadirlo de que abandone el cuerpo, con o sin abrir el pecho.