La fauna abisal o fauna abisopelágica hace referencia a todas aquellas especies marinas que habitan en lo más profundo de los mares y océanos.
La zona abisopelágica o abisal es uno de los niveles en los que está dividido el océano según su profundidad, está situada por debajo de la zona batipelágica y por encima de la hadopelágica y corresponde al espacio oceánico entre 4000 y 6000 metros de profundidad.[1]
La zona abisal es una región afótica, lo que significa que ninguna luz penetra en esta parte de los océanos y mares; estas constituyen alrededor del 75% del espacio oceánico habitable.[2] Sin embargo, algunas características de estos organismos de aguas profundas como la bioluminiscencia son visibles en la zona mesopelágica (aguas marinas situadas entre 200 y 1000 metros de profundidad). La mesopelágica es una región disfótica, es decir, aquella parte del océano donde la luz es escasa o mínima.[3] Son ciertas especies que nadan libremente, viven y se alimentan en aguas abiertas a dichas profundidades y muy raramente se aproximan a la superficie.
Según el Census of Marine Life (CoML) existen más de 17 000 especies abisales de las cuales 5700 viven a más de 1000 metros.[4] Los descubrimientos sobre organismos de aguas profundas han sido posibles gracias al uso de equipos especializados tales como vehículos robóticos no tripulados, submarinos, cámaras, batiscafos, sonares, remolcadores de grandes profundidades, sondas, instrumentos hidroacústicos, entre otros, capaces de explorar profundidades de hasta 11 000 metros.[4]
Las insondables profundidades abisales son el refugio de miles de organismos con «apariencias monstruosas».[5] En la zona abisal se han identificado diversas especies de peces, pulpos, picnogónidos, medusas, calamares, gusanos, entre otras, con características y adaptaciones especiales que son vitales para la supervivencia.[5] Por ejemplo, la bioluminiscencia juega un papel relevante ya que por medio de este fenómeno las especies atraen a sus presas y también sirve para ver en la oscuridad. Así como esta, existen otra serie de características propias de estos animales tales como bocas de gran tamaño, dientes grandes y filosos, estómagos extensibles, sensibilidad a campos eléctromagnéticos de otros animales y, en algunos casos, gigantismo, entre otros.[5]
Además de la abundante vida marina, también es posible encontrar las fuentes hidrotermales que no son más que grietas situadas a miles de metros de profundidad de las cuales fluye agua caliente. Estos respiraderos fueron descubiertos en 1977 después de una serie de exploraciones realizadas por científicos a bordo del sumergible DSV Alvin.[6] Partiendo de este descubrimiento se encontraron comunidades biológicas y organismos nunca antes vistos, como por ejemplo, los gusanos de tubo gigante, cangrejos albinos, anémonas de mar y bivalvos.