El feminismo poscolonial o feminismo postcolonial es una forma de feminismo que se desarrolló como respuesta al hecho que el feminismo parecía para centrarse solo en las experiencias de mujeres de las culturas occidentales. Busca dar cuenta de la manera en que el racismo, la política económica de larga duración, y los efectos culturales del colonialismo afectan a mujeres no-blancas, no-occidentales en el mundo poscolonial.[1]
Se origina como una crítica a las teóricas feministas de los países desarrollados. La crítica señala las tendencias universalizadoras de la corriente feminista principal y argumenta que las mujeres que viven en países no occidentales son vistas de manera tergiversada.[2]
El feminismo postcolonial argumenta que al utilizar el término «mujer» como grupo universal, las mujeres son entonces solo definidas por su género y no por clase social, raza, etnicidad o preferencia sexual.[3] Las feministas postcoloniales también trabajan para incorporar las ideas del indigenismo y otros movimientos feministas del tercer mundo en la corriente principal del feminismo occidental. El feminismo del tercer mundo sostiene la idea que el feminismo en países de este espacio geopolítico no es importado del primer mundo, sino originado de ideologías y factores socioculturales internos.[4]
El feminismo postcolonial tiene lazos fuertes con los movimientos indigenistas y más amplios con la teoría postcolonial. Es también estrechamente afiliado con el feminismo negro porque ambos argumentan que la corriente principal del feminismo occidental falla en adecuarse para dar cuenta de las diferencias raciales. El feminismo postcolonial, el feminismo negro y otras corrientes racializadas de feminismo han luchado para añadir diferencias raciales y étnicas entre mujeres al diálogo feminista.[1]
El feminismo postcolonial es a veces criticado, mayoritariamente por parte de la corriente principal del feminismo, la cual argumenta, por ejemplo, que el feminismo postcolonial debilita el movimiento feminista más ancho por dividirlo.[5]