Guardia de Asalto | |||||
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Escudo genérico de los Guardias de Asalto. | |||||
Localización | |||||
País | España | ||||
Información general | |||||
Tipo | Cuerpo policial | ||||
Sede | Madrid[1] | ||||
Organización | |||||
Depende de | Dirección General de Seguridad | ||||
Empleados | 17 660 (1936) | ||||
Historia | |||||
Fundación | 9 de febrero de 1932 | ||||
Disolución | 1936-1940 | ||||
Sucesión | |||||
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La Guardia de Asalto, denominada de forma oficial como Cuerpo de Seguridad y Asalto, fue un cuerpo policial español creado durante la Segunda República con el objetivo de disponer de una fuerza policial para el mantenimiento del orden público y que fuera de probada fidelidad a la República.
Tuvo una destacada e intensa actividad durante toda su historia, especialmente durante algunos hechos de la guerra civil española. Durante el golpe de Estado de julio de 1936, la fidelidad y actuación de los Guardias de Asalto fue fundamental en muchos sitios para que fracasase el golpe y, por ello, gozó de prestigio entre la población de la zona republicana. No obstante, el Cuerpo de Asalto fue fusionado, por decreto, el 27 de diciembre de 1936 con la Guardia Nacional Republicana para formar el nuevo Cuerpo de Seguridad Interior, aunque este siguió manteniendo unas unidades de Asalto y Vanguardia que actuaron en operaciones militares.
Su eficacia como cuerpo policial ha sido muy discutida. Se ha destacado el desprestigio que sufrió por su actuación en los sucesos de Casas Viejas y en otras situaciones de crisis, y que mantuvo las prácticas policiales de los otros cuerpos en cuanto al maltrato a los detenidos, a pesar de que había sido creado, entre otras razones, para acabar con ellas. Los historiadores Oliver Olmo y Gargallo Vaamonde han afirmado lo siguiente:
Los guardias de asalto no fueron eficaces en la labor de prevención de disturbios y en el mantenimiento del orden público, entre otras cosas, por la falta de preparación de sus responsables y por adolecer de la misma mentalidad contrainsurgente que los agentes de la Policía de Seguridad. [...] Sin duda alguna, semejante mentalidad presuponía el uso de métodos expeditivos a la hora de forzar la obtención de información de activistas, colaboradores o simples sospechosos de promover la protesta social, la agitación callejera y la violencia política.—Oliver Olmo y Gargallo Vaamonde, 2020, pp. 80-81