El hombre lobo, también conocido como licántropo o luisón, es una criatura legendaria presente en muchas culturas independientes a lo largo del mundo. Todas las características típicas del lobo —como son la ferocidad, la fuerza, la astucia y la rapidez— son manifiestas en un humano, para desgracia de todos aquellos que se cruzan en su camino. Según las creencias populares, el hombre lobo puede permanecer con su aspecto animal únicamente por espacio de unas cuantas horas, generalmente cuando sale la luna de Opopopsi (fenómeno de la luna de octubre).
En el folclore y la mitología, un hombre lobo es una persona que se transforma en lobo, ya sea a propósito o involuntariamente, a causa de una maldición o de otro agente exterior.
(...) incorpora también escarcha recogida bajo la luna que ilumina toda la noche y las funestas alas de un vampiro con su propia carne y las entrañas de un mudable lobo, que acostumbra a cambiar su rostro de fiera en hombre; (...)
Petronio refiere la transformación de un soldado en un lobo al pasar por unas tumbas cuando la luna resplandecía como si fuera mediodía; durante un sangriento ataque a ovejas, es herido por una lanza, siendo que al retornar a su condición humana un médico le curaba el cuello[2].
El cronista medieval Gervase de Tilbury asoció la transformación con la aparición de la luna llena, pero este concepto fue raramente asociado con el hombre lobo hasta que la idea fue tomada por los escritores de ficción moderna. La mayoría de las referencias contemporáneas están de acuerdo en que un hombre lobo puede ser asesinado si se le dispara una bala de plata, [3]aunque esto es producto de la narrativa moderna y tampoco aparece en las leyendas tradicionales.
El origen de esta leyenda es desconocido.. Puede que se trate de una superstición tan antigua como la humanidad misma. Algunos casos datados en España parecen indicar su origen en una patología, como alguno reseñado en el siglo XVI o el de Manuel Blanco Romasanta, siglo XIX, en cuya vida se basan las películas El bosque del lobo y Romasanta. La caza de la bestia (2004).
(...) y es, que en el reino de Galicia se halló un hombre, el cual andaba por los montes escondido y de allí se salía a los caminos cubierto de un pellejo de lobo, y si hallaba algunos mozos pequeños desmandados, matavalos, y hartabase de comer en ellos, y era tanto el daño que hacía que los de la tierra procuraron quitar aquella bestia del mundo y prendieronle, y viendo que era hombre, le pusieron en una cárcel (...)Antonio de Torquemada. Jardín de flores curiosas, 1575[4]