El impuesto directo es un impuesto asociado directamente con una persona física o jurídica,[1] y que se calcula y aplica sobre el capital total de la misma, o sobre sus ingresos globales en un determinado período de tiempo (ejercicio fiscal). Este impuesto es periódico, o sea, por lo general se aplica cada año, y se paga una vez al año o en cuotas.
El impuesto directo se distingue de un impuesto indirecto, ya que este último grava manifestaciones indirectas de capacidad económica (vg. consumo) mientras que el primero grava manifestaciones directas de capacidad económica como pueden ser la renta o el patrimonio A su vez, los impuestos directos recaen directamente sobre el objeto que desea gravarse mientras que los impuestos indirectos usan el mecanismo de la repercusión para hacer caer la carga tributaria a otro distinto.
La fiscalidad directa es generalmente declarativa, o sea, establecida a título expreso, ya sea por el propio interesado o contribuyente, ya sea por un tercero en su nombre (con frecuencia llamado agente de retención). La retención fiscal con frecuencia la aplican las empresas en relación a sus empleados, en el momento de pagarles el salario.