En la Antigua Grecia existían distintas estructuras sociales, con formas de gobierno y distintas leyes, según cada ciudad-estado (polis). En Esparta, la mujer gozaba de igualdad ante el hombre, tanto en la formación en la educación, atlética y artística, como también una igualdad jurídica, incluso tenía un especial privilegio sobre las propiedades, bajo un sistema de gobierno de reyes y reinas, conocido como diarquía.
En las epopeyas homéricas, algunas polis se describen como una sociedad patriarcal. Durante el desarrollo de la ciudad a lo largo del siglo VIII a. C., se establecieron dos grandes grupos sociales basados en criterios de exclusión: el «círculo de ciudadanos», que excluía a los extranjeros (metecos) y a los esclavos y el «club de hombres», que excluía a las mujeres, que a su vez tenían su club por separado. En lo que respecta a la vida social, entre las mujeres tenían activa participación el sector de las heteras, cortesanas de reputación en la Hélade, de distintas funciones según las diversas fuentes clásicas, y que gozaban de privilegios para los asuntos de la política, con derecho a la educación y el pago de impuestos como cualquier ciudadano. Por lo demás, las mujeres en la Antigua Grecia, tenían innumerables oficios: sacerdotisas de templos (pitias), poetisas, actrices de teatro, coristas, modelos de escultores, profesoras de ciencias como la retórica, logografía (el caso de Aspasia). Sobresale también en el rubro artístico la poetisa Safo en la isla de Lesbos, que llegó a gozar de gran reconocimiento.[1]
Platón en el libro V de la República admite a las mujeres en la clase de los guardianes y al final del libro VII reconoce la posibilidad de que existan filósofas gobernantes. Aristóteles (Política, III, 1) definió la ciudadanía como la posibilidad de participar en el poder político; la mujer constituía, así, el sector social más alejado de la posibilidad de participar en él, por cuanto que, a diferencia de los metecos y los esclavos, no podía convertirse nunca en ciudadana. Aristóteles no estaba de acuerdo con Platón sobre el tema de si las mujeres deberían ser educadas, pero ambos, sin embargo, consideran a las mujeres como inferiores (ver: Visión aristotélica de la mujer).[2]
Hubo que esperar a la época helenística para ver a grandes figuras femeninas emerger en el mundo griego, ya en decadencia después de la muerte de Alejandro Magno, tal es el caso de reinas como Berenice, Arsínoe o Cleopatra.