En la Antigua Roma, se llamaba liberto (libertus) al esclavo liberado que se encontraba ligado a su antiguo amo, al que llamaba patrón (patronus), por un respeto casi filial. Alcanzaban la libertad por medio de la manumisión, esto es, la emancipación legal.[1] A pesar de ser considerados inferiores a los ciudadanos nacidos libres, llegaron a tener una gran importancia en la sociedad romana.
En un sentido más general, se llama liberto o liberta a un esclavo o una esclava a quien se ha dado la libertad, respecto de su patrono.[2]