La literatura italiana es la producción literaria que se ha desarrollado en idioma italiano, en latín (latín medieval, humanístico y renacentista), en siciliano (cuya escuela poética tuvo una notable influencia en el desarrollo del toscano escrito medieval), en toscano (que, con su variedad florentina medieval, dio a su vez origen al italiano), y, en menor medida, en otros idiomas y dialectos autóctonos.
Después del florecimiento, en el siglo XIII, de la Escuela poética siciliana y del Dolce Stil Novo toscano, el italiano llegó a su primera madurez gracias a las grandes creaciones literarias de los escritores del siglo XIV (Dante Alighieri, Francesco Petrarca y Giovanni Boccaccio), comenzando a difundirse por toda Italia y el resto de Europa. En el siglo XV y sobre todo en el XVI, con la internacionalización del Renacimiento, la literatura y el idioma italianos se propagaron más rápidamente todavía que en el período anterior en todo el mundo occidental.[1] En aquella época el idioma italiano (denominación que había terminado por prevalecer, durante el siglo XVI, sobre cualquier otra) había dejado de identificarse plenamente con el vulgar florentino[2] y, gracias al alto nivel de su literatura, se había ido imponiendo como una de las grandes lenguas de cultura en la Europa del tiempo.[3]
En la segunda mitad del siglo XVI, el italiano, que en su país de origen ya dominaba en el campo literario, se convirtió también en el idioma de la enseñanza y de la comunicación escrita.[4] Antes de que Italia se constituyera en Estado nacional, el italiano era ya el único idioma administrativo y de cultura con difusión nacional y monopolizaba la comunicación pública y literaria,[5] a pesar de seguir teniendo un carácter elitista, puesto que solo una pequeña minoría de italianos lo hablaba, es decir, solo la parte instruida de la población.[6] En 1861, con la proclamación del Reino de Italia y la constitución de un mercado cultural único, no solo la literatura en italiano, idioma oficial del nuevo Estado, sino también las literaturas en algunas lenguas y dialectos autóctonos con tradición literaria recibieron un notable impulso, cuyos efectos beneficiosos se han prolongado hasta nuestros días.[7]
↑En aquella época se empezaron a escribir gramáticas y vocabularios italianos destinados a extranjeros y a menudo escritos por extranjeros. La primera gramática de ese tipo fue La grammaire italienne de Jean-Pierre de Mesmes, publicada en Francia en 1549. Siguieron Principals rules of the italian grammar, de William Thomas (1550) y la Italica grammatica praecepta ac ratio, de Scipio Lentulo Neapolitano publicada en Paris en 1567 en latín. El mismo autor publicó también en Fráncfort en 1590 una Grammatica italica et gallica, siempre en latín. Entre los vocabularios y diccionarios que salieron en aquella época se señalan, un Vocabolario italiano e spagnolo de Lorenzo Franciosini (1620), un Dictionnaire françois et italien de Gian Antonio Fenice, les Recherces italiennes et françoises de Antoine Oudin (1640), Worlde of wordes (un dictionnario italiano – inglés) de 1598 y un Teutsch-Italiänisch und Italiänisch-Teutsch de Levinus Hulsius, publicado en Fráncfort en 1605 Enciclopedia dell'Italiano. Voz:L'italiano in Europa(enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).
↑Dos siglos más tarde Voltaire puso de relieve que antes de convertirse en la primera lengua de Euoropa, el francés tuvo que imponerse sobre otros idiomas y «...sobre la lengua italiana misma que por sus creaciones inmortales del siglo XVI habría podido dominar Europa» (en fr:...sur la langue italienne même, que pour ses ouvrges immortelles du XVIe siècle était en possession de dominer l'Europe ). Voltaire, Dictionnaire philosophique, Oeuvres complètes, Garnier, Paris, 1878, vol. III p. 558.
↑A finales del siglo XVI las publicaciones en lengua italiana superaron en número por primera vez en Italia a las escritas en latín, que, sin embargo, siguió manteniendo una notable importancia en el campo de la filosofía, del derecho y de las ciencias. No sin razón, un notable lingüista italiano contemporáneo puso de relieve que en 1500–1600 se produjo una primera unificación lingüística de Italia gracias al italiano escrito, cuando todavía no existía una unidad política del país. Giano Luigi Beccaria, Italiano antico e nuovo, Milano, Garzanti, pag. 129, ISBN 88-1159807-9
↑Sea la literatura en italiano, sea las literaturas en dialecto han podido adquirir un público cada día más amplio y culto gracias a la desaparición progresiva del analfabetismo, y a la italianización irreversible de los dialectos. Por lo que se refiere al italiano, la mayor proximidad del italiano literario al italiano hablado y la difusión generalizada de este último como medio de comunicación coloquial y familiar han permitido que con el tiempo se convirtiera en la lengua materna o primera lengua de todos, o casi todos, los sesenta millones de italianos y extranjeros residentes y de algunos millones de italófonos esparcidos en el mundo. Según un notable informe de la Comisión Europea del 2006, el 95% de los italianos y de los extranjeros empadronados en Italia, habla como lengua materna o primera lengua el italiano (el porcentaje de los hablantes de las respectivas lenguas nacionales en los otros cuatro más importantes países europeos es el siguiente: Francia 95%, Reino Unido 92%, Alemania 90% y España 89%). Europenas and their languages, Comisión Europea, Bruxelles, 2006 (Comisión Europea (2006)). El dato relativo a Italia es similar al indicado por Ethnologue ([3])