Manuel Francisco Antonio Julián Montt Torres (Petorca, 4 de septiembre de 1809-Santiago, 21 de septiembre de 1880)[2] fue un abogado y político chileno, miembro del Partido Conservador y luego del llamado Partido Nacional o monttvarista. Fue diputado propietario de la República por Valparaíso (1840-1843), Petorca (1843-1846), y Santiago (1849-1851), siendo presidente de la Cámara de Diputados en 1840, y entre 1846 y 1849. Luego ejerció el cargo de presidente de su país —siendo el primer presidente nacido en el siglo XIX— entre 1851 y 1856, resultando reelegido inmediatamente por un segundo periodo entre 1856 y 1861. Posteriormente, regresó al Congreso como diputado propietario por Los Andes (1864-1867), y después como senador por Chiloé (1876-1880). Por último, fue presidente de la Corte Suprema —responsabilidad que había ejercido paralelamente entre 1850 y 1851— desde 1861 hasta su fallecimiento en 1880. Así también, bajo los gobiernos de los presidentes Joaquín Prieto y Manuel Bulnes, desempeñó cargos como ministro del Interior, ministro de Relaciones Exteriores, ministro de Guerra y Marina y, ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública.[3]
Nacido en Petorca en el seno de una familia de la élite provincial de Aconcagua.[4] Abogado de profesión, su pasión por la política lo llevó a participar del conservador movimiento pelucón, donde rápidamente destacó por su inteligencia, siendo elegido diputado en las elecciones parlamentarias de 1840.[4] Ese mismo año, el presidente José Joaquín Prieto lo llamó al Ministerio del Interior, desde donde dirigió la elección presidencial del general Manuel Bulnes.[4]
Convertido en el candidato oficial del gobierno conservador, su candidatura y elección desató un movimiento opositor que se manifestó en la fracasada revolución de 1851.[4]
Al conformar su primer gabinete, asumió como ministro del Interior Antonio Varas, quien fue su mano derecha durante toda su gestión.[4] La presidencia de Manuel Montt se caracterizó por un conjunto de obras legislativas que cambiaron la fisonomía del país: ley Orgánica de los Ministerios (1853), ley de Municipalidades (1854), ley de Sociedades Anónimas (1854), Código Civil (1855), ley de Bancos (1860).[4] El auge exportador del período, trajo consigo un crecimiento económico y una modernización del país que se expresó en el desarrollo de ferrocarriles, telégrafos y vapores; en la expansión de ciudades y puertos; en el surgimiento de nuevos empresarios; la llegada de inmigrantes y la expansión de la educación.[4]
Su carácter autoritario, "pura cabeza sin corazón" en palabras de Manuel Bulnes, le significó concluir su gobierno con una grave crisis política, al desatarse una división en el movimiento gobiernista que dio como resultado la conformación de los partidos políticos del siglo XIX.[4] La crisis dio paso a un clima de efervescencia electoral que llevó a los sectores liberales a embarcarse en la abortada revolución de 1859.[4] Montt, sin embargo, debilitado en su liderazgo, no pudo imponer la candidatura presidencial de Antonio Varas, y se vio obligado a aceptar la candidatura de consenso de José Joaquín Pérez.[4]
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