Margarita de Saboya | ||
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Reina consorte de Italia | ||
Reina consorte de Italia | ||
9 de enero de 1878-29 de julio de 1900 (22 años y 201 días) | ||
Predecesor | María Adelaida de Austria (Como Reina de Cerdeña) | |
Sucesor | Elena de Montenegro | |
Información personal | ||
Nombre completo | Margarita María Teresa Juana | |
Otros títulos | Princesa de Saboya | |
Nacimiento |
20 de noviembre de 1851 Palacio Chiablese, Turín, Reino de Cerdeña | |
Fallecimiento |
4 de enero de 1926 (74 años) Villa Margarita, Bordighera, Liguria, Reino de Italia | |
Sepultura | Panteón de Agripa | |
Familia | ||
Casa real | Saboya-Génova | |
Padre | Fernando de Saboya, duque de Génova | |
Madre | Isabel de Sajonia | |
Cónyuge | Humberto I | |
Hijos | Víctor Manuel III de Italia | |
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Firma | ||
Margarita de Saboya (en italiano: Margherita di Savoia) (Turín, 20 de noviembre de 1851-Bordighera, 4 de enero de 1926), consorte de Humberto I de Italia, fue la primera reina de Italia, tras la unificación, pues la esposa de Víctor Manuel II, María Adelaida de Austria, murió en 1855 antes de la proclamación.
En los años en los que fue princesa heredera y, desde 1878, como reina de Italia, ejerció una gran influencia sobre su marido y una gran fascinación en la población, haciendo un uso racional de sus propias apariciones públicas, diseñadas para atraer a personas con ropa sofisticada y su afabilidad constante. Según Ugoberto Alfassio Grimaldi, fue la figura política de una Italia unificada que, junto con Giuseppe Garibaldi y Benito Mussolini, consiguió despertar «el mayor entusiasmo en las clases altas y en las humildes».
Católica, fuertemente apegada a la Casa de Saboya y profundamente conservadora, fue una nacionalista convencida y apoyó la política imperialista de Francesco Crispi. La incitación a la represión de las manifestaciones populares en los disturbios de Milán de 1898 no comprometió su imagen, quizás porque fue la primera mujer italiana en sentarse en el trono del país recién establecido. En la corte dirigió un ciclo cultural que le granjeó la admiración de los poetas y los intelectuales y la colocó a la izquierda de las mujeres de la aristocracia. Además, sus bailes a menudo traían consigo motivaciones diplomáticas, y entre sus intenciones estaba el asegurar el trato con la Nobleza Negra, que permanencia leal a la Santa Sede después de la toma de Roma.
Fueron muchos los homenajes a la reina (desde la pizza Margarita hasta la famosa oda de Giosuè Carducci titulada «Alla regina d'Italia», escrita tras la visita a Bolonia de los reyes en noviembre de 1878), incluso en los años posteriores al asesinato de su esposo, cuando se convirtió en reina madre.