Mariscal del Imperio

Napoleón y varios de sus mariscales (reconocibles por sus bicornios de plumas blancas) en la batalla de Borodinó en 1812. Pintura de Vasili Vereshchagin

Mariscal del Imperio (en francés: Maréchal d'Empire) fue una dignidad civil durante el Primer Imperio francés. Fue creado por Sénatus-consulte (decreto senatorial) el 18 de mayo de 1804 y en gran medida reinstituyó el título anteriormente abolido de Mariscal de Francia. De acuerdo con el sénatus-consulte, los mariscales eran grandes oficiales del Imperio, con derecho a un alto cargo en la corte y a la presidencia de un colegio electoral

Si bien en teoría el cargo estaba reservado «los generales más distinguidos», en la práctica el emperador Napoleón I concedía el título de acuerdo con sus propios deseos y convicciones y tomó al menos unas cuantas decisiones controvertidas. Aunque no se trata de un rango militar, los Mariscales ostentaban cuatro estrellas plateadas, mientras que en comparación el rango militar más alto, General de división, ostentaba tres estrellas. Además, el Mariscalato rápidamente se convirtió en la señal prestigiosa del logro militar supremo y se hizo costumbre que las órdenes más importantes recayeran en los mariscales. Todos los Mariscales ostentaban sus propios escudos de armas, tenían derecho a honores especiales y varios de ellos desempeñaron altas funciones dentro del ejército. Llevaban uniformes distintivos y tenían derecho a portar un bastón como símbolo de su autoridad.

A lo largo de su reinado entre 1804 y 1815, Napoleón nombró un total de 26 mariscales, aunque en ningún momento en particular su número superó los 20. La lista inicial de 1804 incluía 14 nombres de generales activos y cuatro de generales retirados, a quienes se les otorgó el título de Mariscal «honorario». Esto fue seguido por otros seis ascensos, y ocho generales más ascendieron al Mariscalato. Con frecuencia, el título garantizaba un estatus social muy privilegiado: cuatro mariscales fueron elevados a Condes del Imperio y 17 recibieron el título de Duque o Príncipe. Los mariscales llevaban estilos de vida suntuosos (con dos excepciones, Jean-Baptiste Bessières y Jean-Mathieu-Philibert Sérurier) y dejaron fortunas importantes, a veces inmensas. Varios de ellos recibieron importantes rentas vitalicias. Además, algunos recibieron dotaciones financieras de manos del Emperador, y dos de ellos, Louis-Alexandre Berthier y André Masséna, recibieron más de un millón de francos cada uno. Dos mariscales, Joaquín Murat y Jean-Baptiste Bernadotte (futuro Carlos XIV Juan de Suecia), se convirtieron en reyes, siendo este último el ancestro directo de la actual familia real sueca.

Durante las Guerras napoleónicas, la mayoría de los mariscales ocuparon mandos importantes, obteniendo algunas de las más brillantes victorias en ellas. Tres de ellos, Jean Lannes, Louis-Nicolas Davout y Louis-Gabriel Suchet, prácticamente no conocieron la derrota en batallas campales, a pesar de participar en decenas de enfrentamientos. Si bien no se esperaba por lo general de los mariscales que lideraran la batalla desde el frente, a menudo se expusieron a enormes peligros en los campos de batalla europeos. Tres de ellos murieron en combate o como resultado de heridas de batalla (Jean Lannes, Jean-Baptiste Bessières y Józef Poniatowski). En sus cinco años como Mariscal del Imperio entre 1809 y 1814, Nicolas-Charles Oudinot recibió siete de las 34 heridas que sufrió en batalla a lo largo de su carrera, viviendo hasta la entonces venerable edad de 81 años. Si bien los mariscales eran a menudo formidables cuando servían bajo las órdenes directas de Napoleón, demostraban menos eficacia cuando se veían en la obligación de cooperar en ausencia del Emperador. Al ser puestos bajo el mando de otro mariscal, algunos actuaron de mala fe repetidamente, y sus conflictos tuvieron en ocasiones consecuencias militares fatales. Tras la caída de Napoleón, la mayoría de ellos juraron lealtad a la Restauración borbónica y varios pasaron a ocupar puestos y mandos importantes.