La mendicidad es la práctica de pedir limosna. Para que la mendicidad tenga lugar se tiene que haber dos partes, el mendigo y el que da, que es considerado como benefactor. Esta práctica puede generar una serie interacciones simbólicas, psicológicas, materiales o emocionales, esta actividad incluye a todas las personas cuya situación es la desigualdad social y económica y por tanto la pobreza, el desempleo y el desarraigo por carecer de ingresos para vivir.[1][2] La mendicidad, en un contexto religioso, también puede ejercerse por voluntad propia, como en el caso de las órdenes mendicantes.