El nacionalismo chino (chino simplificado: 中国民族主义; chino tradicional: 中國民族主義; pinyin: Zhōngguó mínzú zhǔyì) es una forma de nacionalismo existente en la República Popular China y en la República de China (Taiwán) que afirma que el pueblo chino es una sola nación y promueve la unidad cultural y nacional de todo el pueblo chino. Es significativamente distinto del nacionalismo Han, una forma de nacionalismo étnico aplicada exclusivamente a la etnia Han y, en casos extremos, un jingoísmo supremacista que considera a los Han superiores a otras etnias existentes. De acuerdo con la filosofía de Sun Yat-sen en los Tres Principios del Pueblo, el nacionalismo chino debe ser una forma de nacionalismo cívico construido sobre un valor unitario, sin embargo, esto no ha sido plenamente reconocido ni aplicado en la práctica por los sucesores.
El nacionalismo chino surgió a finales de la dinastía Qing (1636-1912) en respuesta a la humillante derrotas de las Guerras del opio, la primera guerra sino-japonesa y a la invasión y saqueo de Pekín por parte de la Alianza de las Ocho Naciones. En todos estos enfrentamientos, las secuelas obligaron a China a pagar reparaciones financieras y otorgar privilegios especiales a los extranjeros materializados en los tratados desiguales. La imagen nacional de China como un Imperio Celestial superior en el centro del universo se hizo añicos, y los esfuerzos de última hora para modernizar el antiguo sistema no tuvieron éxito. Estos esfuerzos de última hora fueron mejor ejemplificados por Liang Qichao, un reformador Qing tardío que no logró reformar el gobierno Qing en 1896 y luego fue expulsado a Japón, donde comenzó a trabajar en sus ideas sobre el nacionalismo chino. La historiografía china apoda al período comprendido entre la primera guerra del opio y la proclamación de la República Popular China como el Siglo de la humillación.
La Revolución de Xinhai de 1911 que puso fin a la monarquía supuso ante todo una revolución nacionalista, que sin embargo fracasó debido a los intentos del general Yuan Shikai de restaurar el imperio bajo su figura a la colaboración de los nuevos líderes chinos, como Duan Qirui con las potencias occidentales y Japón. Igualmente, los efectos de la Primera Guerra Mundial avivaron el nacionalismo chino. A pesar de unirse a las potencias aliadas, China volvió a ser severamente humillada por el Tratado de Versalles de 1919 que transfirió los privilegios especiales otorgados al Imperio alemán al Imperio de Japón. Esto resultó en el Movimiento del Cuatro de Mayo de 1919, una oleada de protestas contra Japón y sus Veintiuna exigencias. De la misma manera que la Revolución de Xinhai fue la base sobre la cual se levantó el Kuomintang, partido político nacionalista fundado por Sun Yat-sen, el Movimiento del Cuatro de Mayo llevó a la creación del Partido Comunista Chino, que desde un principio tuvo un fuerte componente nacionalista bajo una forma de patriotismo socialista. Las campañas militares a gran escala dirigidas por el Kuomintang durante la Era de los Señores de la Guerra que dominaron a los señores de la guerra provinciales y redujeron drásticamente los privilegios especiales para los extranjeros ayudaron a fortalecer y engrandecer aún más el sentido de la identidad nacional china.
Después de que el Imperio de Japón fuera derrotado en la Segunda Guerra Mundial, el nacionalismo chino volvió a ganar terreno cuando China recuperó territorios perdidos que Japón había perdido anteriormente, incluidas Manchuria y la isla de Taiwán. Sin embargo, la guerra civil china (que se había detenido ante la invasión japonesa) se había reanudado, dañando la imagen de una identidad china unificada. Los comunistas obtuvieron la victoria en 1949, cuando el Kuomintang se retiró a Taiwán. Sin embargo, el nuevo gobierno de la República Popular China se mostró igualmente nacionalista, contrario al separatismo existente en el Tíbet y en Sinkiang y buscando la unificación de China, primero con la incorporación de Macao y Hong Kong, y posteriormente buscando la unificación con Taiwán.