El narcoterrorismo es la cooperación y alianza estratégica entre mafias del narcotráfico y grupos armados extremistas así como otros grupos insurgentes o terroristas.
Se suele postular el narcoterrorismo como cierta alianza natural que acaba produciéndose entre grupos narcos y guerrilleros que, aunque persiguen objetivos opuestos, operan en la clandestinidad. Así, muchas organizaciones terroristas en declive son capaces de reconstituirse gracias a la poderosa financiación que obtienen de proporcionar cobertura y apoyo armado al narcotráfico. Por otro lado, los cárteles de la droga consiguen una capacidad de respuesta militar frente a los gobiernos con los que están en constante pugna.
La conjunción entre movimientos insurgentes y narcotráfico se concibe, a largo plazo, como una amenaza a la estabilidad de los países de regiones productoras de estupefacientes como el arco andino (Colombia y Perú).
La formación de conglomerados narcoterroristas en países como Colombia y Perú han provocado un estado de guerra de baja intensidad permanente que, unidos a otros factores, hacen de la confrontación armada uno de los problemas más graves al que se enfrentan los gobiernos de cada país. Organizaciones armadas como paramilitares como las AUC (desmovilizados en 2006) y las Bandas Criminales o Grupos Armados Organizados (BACRIM o GAO´s) como el Clan del Golfo, Los Pelusos y las disidencias de las FARC-EP, han estado implicadas en el negocio internacional de las drogas y en actos terroristas; por consiguiente, estas organizaciones (las activas) son consideradas en sus países y en el mundo como grupos narcoterroristas.
Fuera del área andina, la convivencia narcoterrorista alimenta diversos conflictos armados en otras partes del globo como Afganistán, ligando el tráfico de opioides a las luchas tribales internas, a los movimientos islámicos armados y a la resistencia a la presencia militar estadounidense en el país mantenida a raíz de la ocupación de Afganistán 2003-2006.