Oficina salitrera es el nombre que recibe cada uno de los diferentes centros de explotación del salitre ubicados en las actuales regiones chilenas de Tarapacá y Antofagasta, que proliferaron entre 1842 —cuando se descubrió la utilidad del salitre— y los años 1930 —después de inventarse el salitre sintético—.
Dado lo aislado y árido de la zona de explotación minera, en pleno desierto de Atacama —el más árido del planeta—, se crearon las instalaciones industriales para la extracción y procesamiento del salitre, enclaves casi autosuficientes en los que se reunían la administración del centro minero, las viviendas de los trabajadores, los centros de venta —conocidos como «pulperías», que generalmente aceptaban solo las fichas emitidas en la propia oficina—, las iglesias, las escuelas y los centros de esparcimiento y entretención. Las oficinas salitreras fueron hogar de miles de trabajadores provenientes de Chile, Bolivia, Perú, Europa y Estados Unidos.