Paciencia

Representación renacentista de la paciencia.
«La constancia valerosa que se opone al mal, y que a pesar de lo que sufra el ser humano no se deja dominar por él»[cita requerida].

Dicha palabra proviene del latín pati, que significa sufrir. De hecho el participio patiens se introdujo al castellano como paciente (en los hospitales) o "el que sufre".

Aristóteles en sus Éticas alude a esta virtud como:

«El equilibrio entre emociones extremas o punto medio: metriopatía. Con ella se consigue sobreponerse a las emociones fuertes generadas por las desgracias o aflicciones. Para ello es necesario un entrenamiento práctico ante el asedio de los dolores y tristezas de la vida, una poliorcética, que fue desarrollada por filosofías posteriores, en particular el estoicismo».

La paciencia es un rasgo de personalidad prudente. Es la virtud de quienes saben sufrir y tolerar las contrariedades y adversidades con fortaleza y sin lamentarse. Esto hace que las personas que tienen paciencia sepan esperar con calma a que las cosas sucedan, ya que piensan que las cosas que no dependan estrictamente de uno, se les debe otorgar tiempo.

Santo Tomás de Aquino considera no solo la actitud paciente, sino el hábito que facilita mantener esa actitud:

«La paciencia es una virtud que se relaciona con la virtud de la fortaleza e impide al hombre distanciarse de la recta razón iluminada por la fe y sucumbir a las dificultades y tristezas».
Suma Teológica. II-II, q.136, a.1.