Se denomina papado del Renacimiento al periodo histórico papal comprendido entre el Cisma de Occidente y la Reforma protestante. Desde la elección papal de Martín V durante el Concilio de Constanza de 1417 hasta el inicio de la revolución protestante en el siglo XVI, la cristiandad occidental estuvo en gran medida libre de cismas así como de importantes reclamantes papales. Hubo muchas divisiones importantes sobre la dirección de la religión, pero se resolvieron mediante los procedimientos entonces establecidos del cónclave papal.
Los papas de este período eran un reflejo del Colegio de Cardenales que los elegía. El Colegio estaba dominado por cardenales-sobrinos (familiares de los papas que los encumbraron), cardenales-corona (representantes de las monarquías católicas de Europa) y miembros de las poderosas familias italianas. Durante este periodo hubo dos papas de las casas de Borja y Della Rovere, y tres de la Casa de los Médici. Los papas y cardenales ricos patrocinaron cada vez más el arte renacentista y la arquitectura, (re)construyendo los monumentos de Roma desde cero.
Los Estados Pontificios empezaron a parecerse a un Estado-nación moderno durante este periodo, y el papado tomó un papel cada vez más activo en las guerras y la diplomacia europeas. Los papas fueron llamados con más frecuencia a arbitrar disputas entre potencias coloniales que a resolver complicadas disputas teológicas. En la medida en que este período es relevante para el dogma católico moderno, es en el ámbito de la supremacía papal. Ninguno de estos papas ha sido canonizado, ni siquiera considerado como beato o venerable.