El oficio de pertiguero mayor de Santiago de Compostela, o de la tierra de Santiago, fue una antigua dignidad seglar de esta iglesia metropolitana, análoga a la de los vídamos de los obispos franceses. En su origen, era provisto libremente por el arzobispo en miembros de la nobleza magnaticia, pero en la Baja Edad Media fue prácticamente patrimonializado por la casa de Castro, y durante la Moderna llegó a tener carácter honorífico y hereditario, sucediéndose en la casa de los condes de Monterrey hasta el final del Antiguo Régimen.