Plegamiento o pliegue es la curvatura producida en rocas por esfuerzos tectónicos o gravitatorios.[1][2] La curvatura suele manifestarse en los elementos planares o con superficies de discontinuidad de las rocas, como estratificación, foliación o agregados minerales lineares. Muchas de estas superficies han sido aproximadamente planas antes del plegamiento.[3] La forma de los plegamientos puede variar considerablemente.[3] Los plegamientos son el resultado de deformación dúctil, es decir, sin rotura.[3] Algunos plegamientos como los plegamientos de arrastre están asociados a fallas.[4]
Los pliegues se originan por esfuerzos de compresión sobre las rocas que no llegan a romperlas (deformación dúctil); en cambio, cuando sí lo hacen, se forman las llamadas fallas. Los plegamientos pueden formarse en cualquier ambiente ambiente tectónico,[5] aunque su mayor desarrollo se produce en los márgenes de los orógenos de colisión (cinturones de plegamiento).[6]
Los pliegues se forman en condiciones variadas de esfuerzo, presión de poros y gradiente de temperatura, como demuestra su presencia en sedimentos, en todo el espectro de rocas metamórficas e incluso como estructuras de flujo primarias en algunas rocas ígneas. Un conjunto de pliegues distribuidos a escala regional constituye un cinturón de pliegues, una característica común de la zonas orogénicas. Los pliegues se forman comúnmente por acortamiento de las capas existentes, pero también pueden formarse como resultado del desplazamiento en una falla no plana (pliegue en curva de falla), en el extremo de una falla en propagación (pliegue en propagación de falla), por compactación diferencial o debido a los efectos de una intrusión ígnea de alto nivel. Una intrusión de alto nivel suele ser, por ejemplo, un lacolito.
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