El podio, palabra proveniente del Latín podium,[1] es un pedestal que construían los antiguos alrededor de los templos.
Los podios se construían en los templos en que no se quería o no se podía hacer gradas más que en el frente de donde estaba la entrada. Este podio era necesario para precaver el peligro de precipitarse de los intercolumnios a las gentes que andaban por el pórtico, antes y después de los sacrificios, principalmente por algunos cuya área tenía diez o doce gradas de elevación.