Un preludio es una pieza musical breve, usualmente sin una forma interna particular. Si bien, durante la época barroca, por ejemplo, puede haber servido como introducción a los movimientos sucesivos de una obra que generalmente eran más largos y complejos, también puede haber sido una obra independiente durante la era romántica. Por lo general, presenta una pequeña cantidad de motivos rítmicos y melódicos que se repiten a lo largo de la pieza. Estilísticamente, el preludio es de naturaleza improvisadora. El preludio también puede referirse a una obertura, particularmente a las vistas en una ópera o un oratorio.
Muchos preludios tienen un continuo ostinato debajo del fondo, usualmente de tipo rítmico o melódico. También hay algunos de estilo improvisatorio. El preludio también puede referirse a una obertura, particularmente a aquellos de una ópera, oratorio o ballet.
En su origen consistía en la improvisación que hacían los músicos con sus instrumentos para comprobar la afinación, relajar los dedos e introducir la tonalidad al público. Inicialmente como forma musical, era una pieza que anticipaba otra más extensa. Durante los siglos XV a XVII se compusieron preludios no ligados a ninguna obra extensa, improvisados.
Fue durante el siglo XVIII cuando el preludio se asocia a la fuga con Johann Sebastian Bach en su obra para órgano o en "el clave bien temperado" y así, la forma alemana "preludio y fuga" alcanza su máxima cumbre en las obras compuestas para órgano y clave.
Durante el romanticismo, el preludio se constituye como forma independiente y principalmente para piano, gracias a las composiciones de Frédéric Chopin (24 preludios opus 28), Rajmáninov y Debussy. Pero siempre se mantiene su uso original de introducción, tales como en las operas de Wagner que se usa en muchas ocasiones, o el primero de Los estudios trascendentales de Liszt "Preludio" que es una especie de combinación del preludio antiguo con el moderno.