Emperador Qianlong | ||
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Emperador de China | ||
Reinado | ||
18 de octubre de 1735 - 9 de febrero de 1796[1] | ||
Predecesor | Yongzheng | |
Sucesor | Jiaqing | |
Información personal | ||
Nombre completo |
Aisin Gioro Hongli 愛新覺羅 弘曆 | |
Tratamiento | Su Majestad Imperial | |
Nacimiento |
25 de septiembre de 1711 Pekín | |
Fallecimiento |
7 de febrero de 1799 (87 años) Pekín | |
Sepultura | Tumbas Qing orientales | |
Familia | ||
Casa real | Aisin-Gioro | |
Dinastía | Dinastía Qing | |
Padre | Yongzheng | |
Madre | Emperatriz Xiaoshengxian | |
Hijos | Emperador Jiaqing | |
El Emperador Qianlong (chino: 乾隆, pinyin: Qiánlóng, Wade-Giles: Ch'ieng-lung, Pekín; 25 de septiembre de 1711 - 7 de febrero de 1799) fue el sexto emperador de la dinastía Qing, y el cuarto emperador Qing que reinó sobre toda China. Su nombre de pila era Hongli, y era el cuarto hijo del emperador Yongzheng.
El reinado de Qianlong está considerado como una edad de oro de la civilización china, y marcó el apogeo de la dinastía Qing.[2] Su reinado oficial comenzó 18 de octubre de 1735. A fin de evitar reinar durante más tiempo que su ilustre abuelo, el emperador Kangxi, el 8 de febrero de 1796, Qianlong abdicó formalmente en su hijo, el emperador Jiaqing (r. 1795-1820).[3] Pese a su abdicación, Qianlong mantuvo las riendas del poder como el Taishang Huang ('Supremo Emperador', esto es: emperador emérito) hasta su muerte en 1799 a los 87 años. En el momento de su fallecimiento, Qianlong había gobernado durante 65 años, siendo uno de los monarcas más longevos de la historia.
Qianlong fue un gobernante ambicioso y consciente de su deber. Heredó de su abuelo y su padre un imperio en auge,[4] y presidió una de las épocas de prosperidad económica más largas de la historia de China.[5] Los bajos impuestos sobre el campesinado, la emancipación de los siervos promovida por su padre Yongzheng,[4] la introducción de nuevas cosechas como el maíz y el boniato,[2] y la estabilidad interna[6] propiciaron una expansión agrícola y demográfica sin precedentes. Durante su largo reinado, la población china se duplicó desde unos 150 millones en 1730 hasta los 300 millones de habitantes en 1790,[2] lo que suponía un tercio de la población mundial.[4]
Como líder militar, Qianlong dirigió las Diez Grandes Campañas militares, que expandieron el territorio chino desde las zonas tradicionales de influencia de los han, en las llanuras del río Amarillo y del Yangtsé, hacia el norte —en Manchuria y Mongolia— y el oeste —en Asia Central y el Tíbet—. Esto llevó a China a su período de mayor extensión territorial.[7] Para finales del reinado de Qianlong, China había adquirido la mayor parte de los territorios que la conforman en la actualidad.[2]
Qianlong fue un hombre extremadamente culto, y un gran patrón de las artes y de las letras. Autor de unos 42 000 poemas,[8] patrocinó la famosa «Biblioteca de los Cuatro Tesoros», la Siku Quanshu, un compendio bibliográfico de las grandes obras escritas de la civilización China que facilitó la conservación de muchas obras literarias.[2] Coleccionó todo tipo de obras de arte, incluyendo pinturas europeas, y patrocinó la creación de escuelas y academias en las provincias de China.[7]
Para finales de su reinado, el agotamiento de China comenzó a hacerse patente.[2][4] La expansión demográfica no había ido acompañada de una expansión de la base fiscal del imperio Qing.[7] El 80% de los ingresos del Estado se debían a impuestos agrícolas y de capitación, que su abuelo el emperador Kangxi había prohibido elevar en un edicto de 1711.[4] Durante el reinado de Qianlong, estos ingresos no habían aumentado porque las conquistas territoriales de Qianlong se habían producido sobre todo en territorios no cultivables. Aunque Qianlong fue un administrador competente y nunca permitió que las finanzas públicas entraran en déficit,[2] la falta de ingresos adicionales, el alto coste de las campañas militares y, sobre todo, el gasto asociado a la cada vez más extravagante corte imperial[2] hicieron imposible expandir la burocracia imperial hasta los niveles que hubieran sido necesarios para mantener el control eficaz sobre un territorio cada vez más poblado.
Los problemas fiscales del trono generaron una corrupción que para el final del reinado de Qianlong era endémica.[9] La burocracia imperial, heredada de la dinastía Ming, se conformaba por mandarines que accedían al cargo por medio del sistema de exámenes imperial, altamente competitivo. Con el crecimiento de la población, el número de opositores se incrementó en gran medida, mientras que el número de cargos disponibles se mantuvo constante. La competición entre candidatos opositores era inmensa, y ello se convirtió en caldo de cultivo para un mercado negro de corruptelas a fin de acceder a un cargo; la calidad de la burocracia se degradó con rapidez, al tiempo que los sobornos y los tratos de favor corrompieron la supuestamente virtuosa casta de los mandarines. Esto, junto con el estricto neoconfucianismo que propugnaba el emperador, contribuyó al estancamiento de la sociedad civil china.
Los últimos años de Qianlong estuvieron marcados por el estancamiento generalizado de China.[2] Dando señales crecientes de senilidad,[7] el emperador quedó en las manos de su favorito, Heshen (1750-1790), un jerarca manchú fabulosamente corrupto que usó su influencia sobre Qianlong para enriquecerse a costa de la estabilidad interna de China.[10][2]
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