Las relaciones internacionales[1] o estudios internacionales son el conjunto de estudios que tratan los asuntos extranjeros y las grandes cuestiones del sistema internacional en materia política, económica, jurídica y diplomática: el papel de los Estados, el de las organizaciones internacionales, el de las organizaciones no gubernamentales (ONG), el de las empresas multinacionales y cualquier otro actor internacional. Según una teoría crítica desde la periferia sudamericana, «en la dimensión del ser, el estudio de las relaciones internacionales consiste —en sustancia y principal aunque no exclusivamente— en el estudio de las relaciones de subordinación e insubordinación entre las distintas unidades políticas con asiento territorial (UPCAT)[2] que conforman el escenario internacional y el estudio de las relaciones de subordinación e insubordinación entre estas y las unidades políticas sin asiento Territorial (UPSAT)».[3] Mientras que para Marcelo Gullo, «en la dimensión del deber ser, el estudio de las relaciones internacionales consiste en el estudio del pensamiento y las acciones posibles para pasar de la confrontación a la solidaridad, es decir, en el estudio del pensamiento y las acciones posibles, para la construcción de una comunidad universal organizada de pueblos».[3] Y es justamente en el plano del deber ser, afirma Gullo, «donde el estudio de las relaciones internacionales encuentra su razón práctica última, su misión trascendente, su razón metafísica».[3]
Según Rafael Calduch, son «todas aquellas relaciones sociales, y los actores que las generan, que gozan de la cualidad de la internacionalidad por contribuir de modo eficaz y relevante a la formación, dinámica y desaparición de una sociedad internacional considerada como una sociedad diferenciada».[4] Así, «relaciones internacionales» puede aplicarse tanto al objeto de estudio como a la disciplina académica. En español, por eso se asigna el nombre en minúsculas al conjunto de relaciones ya señaladas y en mayúsculas —Relaciones Internacionales— al corpus académico.[5] Si bien la perspectiva inicial fue histórico-política, en la actualidad, se privilegian el resto de los componentes como los económicos, culturales, sociológicos, entre otros.[6]
Aunque se le ha considerado una rama de las ciencias sociales, no tienden a resaltar esta disciplina como un campo de estudio interdisciplinario, ni multidisciplinario, ni transdisciplinario.[7] Si bien las relaciones internacionales han sido estudiadas desde la época de Tucídides, su origen ontológico refiere a los estudios formales que dieron paso a la creación de una licenciatura universitaria, y con ello, en una disciplina definida, sucedió hasta el siglo XX.[5]
Su campo de aplicación es amplio, destacándose el análisis y formulación de la política exterior de los Estados. Asimismo, existen otros campos como el de las ciencias políticas, la antropología, la geopolítica, el derecho internacional, la geografía humana, la economía política internacional, la sociología, por mencionar algunas. Este campo se basa en la aplicación y estudio de las disciplinas que conforman las relaciones internacionales: el derecho, la política, la sociología o la economía, así como el desarrollo internacional sistemático de estas. Por esta razón los licenciados y los expertos en el estudio de las relaciones internacionales son también expertos en economía y ciencias políticas.[8]
En la actualidad, destacan los siguientes temas revisados por esta disciplina: la globalización, el Estado, el terrorismo y el crimen organizado, el nacionalismo, el desarrollo económico, las finanzas internacionales, los derechos humanos, y otros. Los estudiosos de esta doctrina son conocidos como «internacionalistas» o politólogos.[9]
Por extensión, el término «relaciones internacionales» también se aplica al ámbito o espacio donde se establecen y desarrollan dichas relaciones entre Estados y/o entre organismos internacionales.
La teoría de las relaciones internacionales intenta proveer de un modelo conceptual sobre el cual sean analizadas las relaciones internacionales, sus implicaciones y la forma en que se estudia y entiende la participación de los actores y su influencia en el sistema internacional. Cada teoría ayuda a comprender el nacimiento de las relaciones internacionales como área disciplinaria independiente dentro de la ciencia política, y sus profundos cambios y reflexiones hasta la actualidad. Cada una de ellas es reductiva y esencialista en diferentes grados, basándose respectivamente en diferentes conjuntos de suposiciones. Las teorías de las Relaciones Internacionales actúan como un par de anteojos de color, permitiéndole al observador ver solo los eventos relevantes a cada teoría. Un adherente del realismo puede pasar por alto completamente un evento que un constructivista defina como crucial, y viceversa.
El número y carácter de los supuestos hechos por una teoría determina, asimismo, su utilidad. El realismo,[10], teoría parsimoniosa y esencialista,[11] es útil al revisar acciones históricas (por ejemplo: por qué X invadió a Y), pero limitada tanto en explicar cambios sistémicos (como el fin de la Guerra Fría). El liberalismo,[12] por su parte, examina un número muy amplio de condiciones, y es bastante perspicaz para analizar eventos pasados. Ninguna de estas teorías es para predecir eventos futuros, ya que al presuponerse «científicas» asumen la idea de que la ciencia explica el presente y los comportamientos, no predice el futuro. Para eso está la prospectiva, que también suele usarse en la ciencia de las relaciones internacionales.
Las teorías de las relaciones internacionales pueden ser catalogadas en debates teóricos, en los cuales distintas visiones sobre la disciplina se enfrentan, presentando formas de pensar en conflicto, aunque no excluyentes. Algunas de estas teorías son el constructivismo, el institucionalismo,[13] el marxismo, el neogramscianismo, entre otras. Sin embargo, dos escuelas positivistas son las más prevalentes: el realismo y el liberalismo.