Un secuestro, también conocido como delito contra la libertad,[1] es un crimen continuado que consiste en privar de la libertad de forma ilícita a una persona o grupo de personas, generalmente durante un tiempo determinado, con el objetivo de obtener un rescate o el cumplimiento de otras exigencias en perjuicio del o los secuestrados o de terceros (a diferencia de la desaparición forzada, cuyo objetivo es la desaparición misma). Las personas que llevan a cabo un secuestro se conocen como secuestradores o plagiadores (a veces también denominados raqueteros).[2]
Muchas veces la libertad se "vende" a cambio de otras situaciones, lo cual es conocido como secuestro extorsivo. El secuestro da pauta a la comisión de otros delitos, como el tráfico de menores y la trata de personas. En este contexto, la lucha contra el secuestro parte del intercambio de información que se establece entre las diferentes instancias policiales, en relación con las estructuras, redes de comunicación y formas de operación de las organizaciones delictivas existentes, así como de las que vayan surgiendo, coordinándose con respecto a estas la investigación llevada a cabo por distintas instituciones hasta determinar si los indiciados o los detenidos pertenecen a la delincuencia organizada. El secuestro también se presenta por envidia, tomando en la mayoría de los casos a los niños como rehenes, generalmente vinculados a intentos de venganza.