La tortura es el acto de infligir dolor y daño físico o psicológico con el fin de dar castigo, obtener información o de conseguir "pruebas" para esclarecer un delito.[1] Algunos autores proponen distinguir entre la tortura judicial —la que se ejerce durante el proceso penal para determinar la culpabilidad del acusado, hasta que fue abolida en Europa y en América a principios del siglo XIX— y la tortura extrajudicial —la que ejerce la autoridad gubernativa fuera del ámbito judicial propiamente dicho, especialmente cuando se trata de "delitos políticos"—.[2] Después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 Estados Unidos ha considerado que algunos interrogatorios bajo violencia física y psíquica, siguiendo las llamadas «técnicas de interrogatorio mejoradas», son legítimos y no deben considerarse como tortura, postura que ha sido criticada desde diversas fuentes.[3]