Trienio Liberal

Bandera de la Milicia Nacional de Zaragoza (1820-1843).

El Trienio Liberal o Trienio Constitucional es el periodo de la historia contemporánea de España que transcurre entre 1820 y 1823, y que constituye la etapa intermedia de las tres en que se divide convencionalmente el reinado de Fernando VII, siendo posterior al Sexenio Absolutista (1814-1820) y anterior a la Década Ominosa (1823-1833). El Trienio se inició el 1 de enero de 1820 con el pronunciamiento de Riego que obligó al rey absoluto Fernando VII a restablecer el 9 de marzo la Constitución de Cádiz de 1812. Este periodo revolucionario acabó desencadenando una reacción realista y la ocupación de España por el ejército francés de los Cien Mil Hijos de San Luis, que atravesaron los Pirineos el 7 de abril de 1823. Terminó el 1 de octubre de 1823 cuando el rey Fernando VII disolvió las Cortes, abolió la Constitución y restableció la monarquía absoluta.

El Trienio se enmarca en el periodo europeo de las Revoluciones de 1820 de las que constituye el desencadenante. La Constitución de Cádiz fue adoptada por los revolucionarios napolitanos y piamonteses y tomada como modelo por los portugueses. El Trienio fue «un acontecimiento de primera magnitud de la historia de la política internacional de una Europa que, apenas cinco años atrás, había salido de veinte años de guerras contra el intento hegemónico de Francia».[1]​ «Durante estos años el mundo hispánico se sitúa en el centro de la atención internacional que lo contempla al mismo tiempo con ilusión y con temor, como un mito para los pueblos y como un estigma para las monarquías absolutas, con la esperanza de una primera ola de libertad capaz de romper fronteras y con la impaciencia de quien no ve llegar el momento de poner fin a una experiencia tan desestabilizadora como aquella», han afirmado Pedro Rújula y Manuel Chust. Estos dos historiadores también han destacado que durante el Trienio se produjeron «las independencias de la práctica totalidad de los territorios continentales americanos».[2]

Según Josep Fontana, el Trienio Liberal es una etapa histórica «de excepcional importancia porque fue en ella cuando por primera vez se pusieron en práctica las reformas publicadas en Cádiz de 1810 a 1814».[3]​ Pedro Rújula y Manuel Chust también destacan que «durante el Trienio Liberal se puso en práctica por primera vez la Constitución en un escenario de normalidad institucional, es decir, en tiempos de paz y con la presencia del rey a la cabeza de la monarquía. En estas condiciones fue posible aplicar el sistema ideado en Cádiz y comprobar su alcance como instrumento para la construcción de un nuevo estado liberal». Y a pesar de todos los problemas a los que tuvo que hacer frente «el Trienio Liberal supuso una apertura de la vida política como jamás se había producido hasta la fecha en España. [...] El marco constitucional establecido por la revolución de 1820 permitió la aparición de una esfera pública donde los ciudadanos comenzaron a participar según sus posibilidades y sus intereses».[4]

Alberto Gil Novales, por su parte, ha señalado la «posición central» que ocupa el Trienio en la «revolución burguesa española» que culmina en 1834-1837, «cuando ya se puede decir que España está gobernada por un régimen burgués». «El Trienio Liberal crea la legislación básica, difunde las ideas y perfila los instrumentos políticos a través de los cuales la burguesía recogerá el poder».[5]

Por su parte Pedro Rújula ha señalado el papel «decisivo» que desempeñó el propio rey Fernando VII en «la caída del régimen constitucional». «Pero no solo por su capacidad de bloquear desde el ejecutivo el funcionamiento del sistema, o por su escaso apego a la libertad, sino también por haber sido capaz de construir un relato convincente de lo que había sucedido en España y de conseguir que fuera asumido por las potencias extranjeras». «Finalmente el argumento del monarca cautivo triunfó en el Congreso de Verona, y constituyó un elemento central en la justificación ofrecida por Luis XVIII a las cámaras francesas para explicar los motivos de la invasión [de los Cien Mil Hijos de San Luis]».

Fontana ha calificado el Trienio como una «revolución frustrada», pero «no sería lícito decir que fracasó. Se hundió por la interferencia de la política exterior europea en la española». «Cayó la revolución española ante la coalición de sus enemigos interiores y exteriores y ante la división de sus propios partidarios», añade Fontana.[6]

  1. Torre del Río, 2020, p. 515.
  2. Rújula y Chust, 2020, p. 11.
  3. Fontana, 1979, p. 31.
  4. Rújula y Chust, 2020, p. 31; 46.
  5. Gil Novales, 2020, p. 61;69.
  6. Fontana, 1979, p. 31; 34.