Los viajes interplanetarios son un caso particular de los viajes espaciales que, a diferencia de los viajes interestelares, tienen lugar dentro de nuestro sistema solar. Por su misma naturaleza, los viajes interestelares tienen miles de años de duración o conceptos tales como el hiperespacio, por lo que han estado casi siempre relegados a la ópera espacial.
Los viajes interplanetarios, en cambio, están al alcance de nuestra tecnología actual. El hombre ha llegado a la Luna, ha enviado sondas a otros planetas e, incluso, existen planes de misiones a Marte. Por todo ello, y a diferencia de los viajes interestelares, los viajes interplanetarios son uno de los pilares de la ciencia ficción dura.
Los vehículos espaciales que permitieron estos logros y que se continúan utilizando hoy en día estaban equipados con un motor químico. Actualmente cohetes como el Ariane son capaces de colocar satélites y materiales en órbita de manera habitual y hasta la cancelación del programa, en 2011, la lanzadera espacial de la NASA era capaz de realizar de forma más o menos rutinaria viajes de ida y vuelta a la Estación Espacial Internacional.
Sin embargo, la autonomía y la eficiencia de este motor son reducidas, por lo que viajes a cuerpos más alejados son acontecimientos realmente extraordinarios.
Los viajes interplanetarios requieren tiempos prolongados de tránsito entre partida y llegada, con los consiguientes problemas de logística, si se están transportando humanos. Se tardaban cuatro días en llegar a la Luna, y las sondas a Marte demoran como mínimo de ocho a diez meses en arribar a su destino.