Los vinos espumosos, vinos espumantes o de aguja son vinos con gas disuelto. El gas se consigue haciendo que haya una segunda fermentación dentro de la botella cerrada (o en algunos casos en depósitos cerrados de algunos hectolitros), el CO2 que se produce no puede escapar y se disuelve en el líquido. La segunda fermentación en botella se puede conseguir añadiendo azúcar, embotellando el vino antes de que haya terminado de fermentar o cerrando la cuba de fermentación antes de que termine esta.
Un caso aparte son los vinos gasificados a los cuales se les añade artificialmente el gas a la manera de los refrescos gaseosos.
Solo si siguen el método tradicional (también llamado método champenoise), se podría considerar champán o equivalente, y aun así solo se permite el nombre de champán a los que tienen la denominación de origen en el Viñedo de Champaña.
Los vinos espumosos elaborados en España se llaman cavas, utilizando también el método tradicional para su elaboración. La primacía en vinos espumosos españoles corresponde a la localidad de San Sadurní de Noya, perteneciente a la comarca del Alto Penedés , en ella se iniciaron las elaboraciones y se las llevó a la más alta perfección de los métodos seguidos en la región francesa de Champaña-Ardenas, y en ella se obtiene la mayor parte de la producción nacional. En proporciones menores (menos del 15%, en realidad) se preparan espumosos en Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha, Extremadura, La Rioja, País Vasco, Región de Murcia, Navarra y recientemente en Andalucía. Los espumosos son muy apreciados como acompañante de aperitivos debido a su buena acidez, pero también combinan muy bien con mariscos o pescados.